El Dragón de la Tierra y el Árbol de la Vida. Hace mucho tiempo, en un reino lejano, vivía una joven llamada Adela. Adela era una encantadora jardinera y amante de la naturaleza. Ella creía que todo en la tierra estaba vivo y que el cuidado y la protección de la flora y la fauna eran fundamentales para mantener el equilibrio del mundo.
Una de las pasiones de Adela era el árbol de la vida. Había escuchado muchas historias sobre este árbol. Según la leyenda, el árbol de la vida unía los cielos y la tierra, y si alguien lograba llevar una de sus frutas al rey, tendría el poder de curar cualquier enfermedad y obtener una recompensa invaluable.
Adela había buscado el árbol de la vida durante años, pero nunca lo encontró. La gente del pueblo la consideraba una loca por seguir buscando algo que sólo existía en los mitos y las leyendas. Pero ella siguió adelante, convencida de que algún día lo encontraría.
Una noche, mientras dormía, una voz le habló en sueños a Adela. Era una voz ancestral que le contó sobre un dragón de la tierra que estaba dispuesto a llevarla hasta el árbol de la vida. Al principio, Adela no estaba segura de qué hacer, pero después de escuchar la estridente voz en su cabeza, decidió aventurarse a encontrar al dragón.
Durante días, Adela viajó por tierras desconocidas hasta que llegó a una montaña encantada, envuelta en niebla. Allí, vio al dragón de la tierra, un ser majestuoso y poderoso, de ojos brillantes y una piel iridiscente.
El dragón le preguntó por qué lo buscaba. Adela le contó su historia, su amor por la naturaleza y su deseo de encontrar el árbol de la vida. El dragón escuchó atentamente y luego le dijo que debía completar una tarea antes de poder llevarla al árbol de la vida.
«Deberás ir al estanque sagrado y encontrar la flor de loto más pura y hermosa, que crece en lo profundo de sus aguas. Pero ten cuidado, porque el estanque está vigilado por la malvada serpiente del agua, una criatura que no dudará en atacar a cualquiera que se acerque», dijo el dragón.
Adela aceptó el desafío y agradeció al dragón de la tierra. Luego, comenzó su viaje hacia el estanque sagrado, sin saber lo que le esperaba.
Después de varios días de viajar, finalmente llegó al estanque sagrado. Era un lugar asombroso lleno de vida y belleza. Pero, también estaba la serpiente del agua, una criatura terrible y malvada que protegía el agua y todo lo que vivía en ella.
Adela no dudó en enfrentar a la serpiente del agua. Con coraje y astucia, logró engañarla y encontrar la flor de loto más pura y hermosa. La serpiente, enfurecida, la atacó ferozmente, pero Adela no perdió la calma y logró escapar.
Con la flor en su mano, Adela regresó a la montaña, donde el dragón la esperaba. El dragón tomó la flor y le dijo a Adela que estaba lista para llevarla al árbol de la vida.
Juntos, volaron por los cielos y llegaron a un lugar oculto en el bosque donde crecía un árbol majestuoso. No era un árbol común; era el árbol de la vida. Adela quedó sin palabras ante la magnificencia del árbol.
El dragón le dijo que debía trepar el árbol para alcanzar una de sus frutas y llevársela al rey, pero el árbol de la vida no era fácil de escalar. Tenía raíces profundas y ramas que se extendían por millas y millas.
Con esfuerzo y voluntad, Adela comenzó a escalar. Cada rama era más difícil que la anterior, pero ella no se dio por vencida. Al fin, llegó a una de las ramas más altas del árbol, y allí estaba la fruta más preciosa que jamás había visto. La tomó y comenzó a bajar.
Pero cuando llegó al suelo, se dio cuenta de que el árbol comenzaba a moverse y retorcerse furiosamente. La tierra tembló debajo de ella, y Adela se dio cuenta de que había perturbado el equilibrio del árbol de la vida.
El dragón de la tierra intervino, y con su magia, logró calmar al árbol de la vida. Adela le entregó la fruta al dragón, pero este le dijo que no era el momento adecuado para que el rey la recibiera. Y así, el dragón y Adela volaron de regreso a su pueblo.
Aún hoy, Adela sigue cuidando y protegiendo todo lo que vive en la tierra. Y aunque nunca logró llevar la fruta del árbol de la vida al rey, se dio cuenta de lo valioso que era cada momento que pasaba rodeada de la naturaleza.
La gente del pueblo, en lugar de llamarla loca, la consideraba una heroína. Había logrado lo imposible gracias a su valentía, su amor por la naturaleza y su fe en la magia que se esconde detrás de cada mito y leyenda.