El Dragón y el Jardín de las Estatuas

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El Dragón y el Jardín de las Estatuas
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El Dragón y el Jardín de las Estatuas. Hace mucho tiempo, en un reino lejano, había un dragón llamado Drogan. Él vivía en una gran cueva situada en las montañas, alejado de todo el mundo, y por esta razón, Drogan era un dragón solitario. Pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo en su cueva, pero ocasionalmente salía para buscar alimentos o explorar los alrededores.

Un día, mientras volaba sobre la llanura, Drogan se detuvo para contemplar una belleza que le fascinaba. Allí había un jardín lleno de estatuas que él admiraba profundamente. Las estatuas eran de los seres más bellos que Drogan había visto. Desde ese día, Drogan se acercó al jardín apreciando y disfrutando de la belleza de las estatuas.

Sin embargo, su felicidad no duró mucho tiempo, ya que el jardín comenzó a ser asechado por un grupo de villanos que querían destruirlo. Los villanos no compartían el placer de la belleza del jardín y la cultura que las estatuas inspiraban. Después de varios intentos fallidos, los villanos se decidieron a utilizar la fuerza, y quemaron todas las estatuas del jardín.

Al regresar al jardín, Drogan quedó desolado al encontrar la destrucción que los villanos habían dejado en su sitio preferido. Con gran tristeza, Drogan voló fuera del jardín, hacia su cueva. Allí, él se sintió aún más desolado, y por primera vez, Drogan lloró.

Eventualmente, Drogan decidió que debía hacer algo para proteger el jardín de estatuas, para que nunca más ocurriera lo que los villanos habían hecho. Con su gran tamaño, fuerza y habilidades para volar, él estableció una guardia permanente en el jardín.

Los villanos, que habían trabajado muy duro para destruir las estatuas, se sorprendieron al ver a Drogan protegiéndolas con su vida. Los villanos intentaron varias técnicas para derrotar a Drogan, pero todas sus tretas fueron inútiles. Drogan era un excelente guardián y siempre estaba allí, día y noche, protengiendo el jardín.

Los años pasaron, y en su guardia constante, Drogan se fue enamorando de la belleza del jardín. El jardín, después de todo, había sido la única compañía de Drogan desde que él era joven, por eso, en su corazón, Drogan estaba totalmente comprometido con su protección, sin importar lo que pudiera suceder.

Pero a medida que pasó el tiempo, Drogan comenzó a pensar que tal vez las estatuas podrían necesitar algo más que sólo de protección. Él se preguntó si las estatuas querían alguien que las admirara y las apreciara otra vez. Después de varios días pensando, la idea de que él mismo admirara las estatuas, que alguien como él, un poderoso dragón, pudiera ser capaz de hacerlo, lo alentó a dar el paso siguiente.

Drogan decidió que podría ser más útil para el jardín si se acercaba al pueblo de al lado para encontrar a alguien que pudiera restaurar las estatuas, para que todos pudieran disfrutar de su belleza una vez más. Después de un tiempo, Drogan finalmente encontró a un talentoso artesano que aceptó restaurar las estatuas.

Con el tiempo, el jardín volvió a ser el hermoso lugar que solía ser, y las estatuas resurgieron con más encanto que nunca. Los villanos nunca volvieron a molestar el jardín, porque sabían que Drogan lo protegía y se encargaba de él.

Con la tarea cumplida y el jardín restaurado, Drogan se dio cuenta de que ya no quería quedarse allí solo, y decidió bajar a la llanura para buscar por un alma bondadosa con la que poder compartir la belleza y la compañía. Drogan encontró una pareja de ancianos que estaban fascinados por él, y les pidió que lo acogieran. Ellos, sin temor alguno, lo aceptaron y le ofrecieron un lugar en su hogar.

Drogan, el temido guardián del jardín y una vez solitario dragón, por fin había encontrado el amor, una familia y un lugar al que llamar hogar. A partir de entonces, Drogan comenzó a explorar el mundo con su nueva familia, disfrutando de nuevos horizontes y aprendiendo cada vez más cosas.

Mientras caminaba, contemplando la belleza de las montañas y el cielo, Drogan se dio cuenta de una lección importante: la vida es mucho más plena y más rica en momentos compartidos con alguien más. A medida que Drogan vivía su vida con su nueva familia, comprendió que la soledad no era necesaria y que todos merecían el amor y la amistad.

La vida de Drogan, el solitario dragón, cambió para siempre en aquel jardín; gracias a las estatuas que rescató, encontró el amor, la amistad y la felicidad. Y así, Drogan se convirtió en el feroz y temido guardián del jardín que siempre protegería, pero también en el dragón más amoroso, bondadoso y admirado que jamás hubieran conocido.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Dragón y el Jardín de las Estatuas
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