El Dragón y el Jardín de las Melodías

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El Dragón y el Jardín de las Melodías
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El Dragón y el Jardín de las Melodías. Había una vez un dragón llamado Fuego Rojo que vivía en una cueva en lo alto de una montaña. Él era conocido por su feroz aliento de fuego y su habilidad para volar a velocidades impresionantes. Fuego Rojo era temido por todos los aldeanos que vivían al pie de la montaña, pues se decía que atacaba sin piedad a cualquiera que se acercara a su cueva.

Pero lo que estos aldeanos no sabían era que Fuego Rojo tenía un secreto: era un amante de la música. Desde que era un pequeño dragón, Fuego Rojo había sentido una atracción hacia los sonidos que escuchaba de vez en cuando en la distancia. Un día, decidió aventurarse a través de los bosques que rodeaban su cueva, en busca del origen de aquella dulce melodía que tanto le atraía.

Durante horas caminó, sin descanso, hasta que finalmente llegó a un pequeño pueblo. Ahí, encontró a un anciano que tocaba un extraño instrumento de madera. Era algo que Fuego Rojo nunca había visto antes, pero que le encantó desde el primer momento en que lo escuchó. El anciano se sorprendió al ver al dragón frente a él, pero al darse cuenta de que no le hacía daño, decidió tocar una canción más larga para él.

Fuego Rojo se quedó hipnotizado por la música. Era como si lo llevara a un mundo diferente, uno donde no había violencia ni miedo. Desde ese día en adelante, el dragón sentía la necesidad de visitar al anciano cada vez que tenía la oportunidad. Cada vez que lo hacía, se olvidaba de su lado ferocidad y se transformaba en un ser completo, uno que amaba la música tanto como amaba el fuego.

Pero un día, las cosas cambiaron. Un grupo de aldeanos decidió subir a la montaña en busca de recursos. Fuego Rojo estaba en su cueva cuando los vio acercarse. Sabía que no eran bienvenidos, y decidió que tendría que hacer algo para proteger su hogar. Se preparó para atacar, pero entonces recordó la música del anciano. Y se dijo a sí mismo que tal vez había otra forma de interactuar con aquellos extraños.

Bajó de la montaña y se acercó a los aldeanos. Ellos, asustados, apuntaron sus arcos y flechas hacia el dragón. Pero Fuego Rojo simplemente se detuvo, y comenzó a entonar una melodía suave. Al principio los aldeanos se sorprendieron, pero luego se dieron cuenta de que no había amenaza alguna. De hecho, su música era simplemente hermosa. Y entonces comenzaron a escuchar.

Fuego Rojo les regaló una serenata esa tarde. Era una música diferente a la que estaban acostumbrados, pero se sintió como un bálsamo para sus almas cansadas. Y cuando todo terminó, una cosa fue clara: el dragón era diferente. Ya no era un mero monstruo que atacaba sin piedad. Ahora era una criatura compleja, con varios intereses y pasiones.

Después de ese día, los aldeanos también cambiaron su opinión acerca de Fuego Rojo. Ya no lo veían como un enemigo, sino como un amigo. Fuego Rojo continuó visitando al anciano músico, pero también comenzó a compartir sus propias habilidades con los demás. Los niños que vivían en la aldea siempre esperaban con ansias su llegada, para que les mostrase cómo volar o les arrullase con su voz melódica.

Y así pasaron varios años, hasta que una vez más, Fuego Rojo tuvo que defender su hogar. Una noche, un grupo de cazadores se acercó a su cueva, dispuestos a matarlo para quedarse con su tesoro en forma de piel y dientes. Pero Fuego Rojo no estaba dispuesto a dejar que eso pasara. Y entonces, antes de comenzar una pelea, decidió tocar una canción.

La canción que tocó Fuego Rojo esa noche no fue una de felicidad y amor. Era una melodía triste y melancólica, llena de dolor y sufrimiento. Los cazadores se detuvieron al escucharla, y de alguna manera, entendieron lo que el dragón estaba tratando de decirles. Se dieron cuenta de que estaban haciendo algo malo, y se arrepintieron profundamente.

Finalmente, los cazadores se marcharon de la montaña con sus colas entre las piernas. Y Fuego Rojo, una vez más, demostró que era diferente a los demás dragones. No solo tenía una habilidad impresionante para volar y lanzar fuego, sino que también tenía una habilidad para la música. Y esta habilidad, más que cualquier otra cosa, permitió que se hiciera amigo de los seres humanos, a pesar de ser una criatura legendaria.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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