El Dragón y el Laberinto de los Sueños

Tiempo de lectura: 5 minutos

El Dragón y el Laberinto de los Sueños
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El Dragón y el Laberinto de los Sueños. Había una vez un dragón llamado Drako que vivía en un hermoso castillo de cristal en lo alto de una montaña. Desde allí podía observar todo el reino y sentirse en paz con el mundo. Drako era un dragón diferente a los demás, ya que en lugar de querer pelear y cazar, le encantaba leer y soñar despierto.

Durante años, Drako se dedicó a leer todo lo que encontraba a su paso. Devoró libros de historia, libros de ciencias, libros de poesía y novelas que lo transportaban a mundos desconocidos. Cada vez que terminaba de leer un libro, Drako se sentía más feliz y más lleno de vida.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Drako se encontró con un pequeño ratón que lloraba desconsoladamente. Drako se acercó al ratón y le preguntó qué le pasaba. El ratón le explicó que había perdido su hogar y que no sabía cómo encontrarlo. Drako se sintió triste por el ratón y decidió ayudarlo a encontrar su hogar.

Los dos amigos recorrieron el bosque en busca del hogar del ratón. Pasaron por arroyos, por colinas y por prados verdes. Drako estaba disfrutando de la compañía del ratón y de las bellezas del bosque. De repente, se encontraron con un lobo feroz que les bloqueó el camino.

Drako no estaba acostumbrado a luchar, pero sabía que debía protegerse a sí mismo y a su amigo. El lobo se acercó y rugió con fuerza, pero Drako no se rindió. Con todas sus fuerzas, lanzó una llamarada que envió al lobo rodando varios metros hacia atrás.

El lobo se levantó con rabia y se lanzó sobre los dos amigos. Drako pensó rápido y utilizó su inteligencia y astucia para atrapar al lobo en una trampa, alejándolo de ellos.

Finalmente, llegaron al hogar del ratón. Drako se sintió feliz y orgulloso de haber ayudado a su amigo. El ratón estaba muy agradecido con Drako y dijo que él era un verdadero héroe. Drako, sin embargo, no se sentía como un héroe. Simplemente se había comportado como un amigo.

A partir de ese día, el ratón y Drako se convirtieron en los mejores amigos para siempre. Juntos, recorrían el bosque, descubriendo cosas nuevas y compartiendo aventuras. Con el tiempo, más animales se unieron a su grupo, formando una gran familia.

Los días pasaron y Drako continuó leyendo y aprendiendo cosas nuevas. Pero ahora tenía muchos amigos con los que podía compartir sus conocimientos, y juntos aprendían y crecían a través de sus aventuras.

Un día, llegó al castillo un mensajero del rey. Había una crisis en el reino y necesitaban la ayuda de Drako. Drako sabía que esta era su oportunidad de ser un verdadero héroe. Les concedió una audiencia y escuchó atentamente los detalles de la crisis.

La ciudad estaba siendo atacada por un terrible dragón verde que estaba aterrorizando a todos los ciudadanos y destruyendo sus hogares. Drako sabía que no podía dejar a sus vecinos en una situación como esa.

Convocó a todos sus amigos y les explicó la situación. Cada uno de ellos era importante para derrotar al otro dragón. El ratón era inteligente y astuto, el canguro era fuerte y resistente, la serpiente podía arrastrarse por lugares estrechos y la abeja podía volar a grandes alturas.

Juntos, avanzaron hacia la ciudad, enfrentando al terrible dragón verde. El dragón verde rugió con fuerza y arrojó llamaradas de fuego. Drako y sus amigos se esquivaron y se movieron alrededor del dragón, buscando su debilidad.

Finalmente, encontraron un punto débil en el cuerpo del dragón y, trabajando juntos, lograron derribarlo. La ciudad estaba a salvo y los ciudadanos les agradecieron a Drako y a sus amigos por salvarlos.

Drako se dio cuenta de que ser un héroe no se trataba de luchar y vencer en la batalla, sino de ayudar y proteger a los demás, de compartir conocimientos y experiencias. Drako se sentía feliz y realizado de haber hecho el bien.

Desde entonces, Drako y sus amigos se convirtieron en los guardianes del reino. Protegían a los ciudadanos y aseguraban que nada ni nadie les hiciera daño. Cuando no estaban ocupados salvando vidas, se sentaban en el bosque y se intercambiaban historias y conocimientos.

Drako se había dado cuenta de que la verdadera riqueza no estaba en los tesoros y las riquezas, sino en las relaciones y los amigos que había hecho a lo largo de su vida. Sabía que siempre podía contar con sus amigos para ayudarlo, así como él ayudaría a los demás.

Y así, Drako y sus amigos vivieron felices para siempre, protegiendo y defendiendo a su reino de todo peligro, y disfrutando de las maravillas del mundo y las aventuras que la vida les tenía reservadas.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Dragón y el Laberinto de los Sueños
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