El Dragón y la Aventura en el País de las Maravillas

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El Dragón y la Aventura en el País de las Maravillas
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El Dragón y la Aventura en el País de las Maravillas. Había una vez un dragón llamado Fuego, quien vivía en lo más alto de una montaña. Desde allí, podía ver todo el bosque que se extendía a su alrededor. Cada día, Fuego salía de su cueva y volaba por las montañas, explorando nuevos horizontes.

Una tarde, mientras volaba sobre el bosque, vio algo extraño a lo lejos y decidió investigar. Fuego se acercó volando y se dio cuenta de que se trataba de una pequeña aldea. Nunca había visto una antes, así que decidió acercarse y observarla.

Los habitantes de la aldea se alarmaron al ver a Fuego acercarse, ya que pensaban que era peligroso. Pero el dragón solo quería ver lo que había allí. Al ver el miedo en sus ojos, Fuego decidió que tenía que hacer algo para ganarse su confianza.

Así que Fuego se acercó lentamente y comenzó a hacerles señas amistosas. Sin pronunciar ni una sola palabra, logró que los aldeanos bajaran la guardia y se acercaran a él. Fuego no tenía deseos de lastimar a nadie, solo quería explorar el mundo que lo rodeaba.

Los aldeanos se sorprendieron al descubrir que Fuego no era peligroso, sino más bien amigable. Emprendieron una charla cálida y emocionante, compartiendo historias sobre la vida en la aldea y las aventuras de Fuego en la montaña. Fuego estaba fascinado con todo lo que escuchaba, y se sorprendió al darse cuenta de que había tanto por aprender acerca de la vida fuera de su cueva.

Los días siguientes, Fuego visitó la aldea todos los días. Se había dado cuenta de que la vida era mucho más emocionante fuera de su cueva. Los aldeanos también se habían dado cuenta de que Fuego no era el monstruo que creían que era, sino un ser amistoso y curioso.

Fuego comenzó a disfrutar mucho pasar tiempo con los aldeanos. Ayudaba a los agricultores a recoger frutas y verduras, y les encantaba la sensación de la tierra entre sus garras. También disfrutaba inventando juegos nuevos para jugar con los niños de la aldea. Y por la noche, se sentaba alrededor del fuego con los mayores, escuchando sus historias y bebiendo té caliente.

Sin embargo, el momento más emocionante para Fuego fue cuando conoció a un joven llamado Alejandro. Cuando Alejandro lo vio por primera vez, se asustó un poco, pero Fuego supo resolver la situación rápidamente. Con su amistad, Fuego pudo unirse a Alejandro mientras exploraban el bosque y las montañas, era una gran aventura para ambos.

Pero a pesar de lo mucho que amaba pasar tiempo con sus nuevos amigos, Fuego siempre sabía que su hogar era la cueva en lo alto de la montaña. La cueva era un lugar seguro y tranquilo para él, y se sentía cómodo durmiendo sobre su tesoro de oro y joyas.

Una noche, después de un largo día de aventura, Fuego voló de regreso a su cueva en la montaña. Tumbado en su lecho de oro, se dio cuenta de que extrañaba a sus nuevos amigos en la aldea. Pero también sabía que siempre había un tiempo y lugar adecuados para todo.

Así que Fuego cerró los ojos y se acurrucó bajo sus alas, soñando con las aventuras que vendrían en el futuro.

Había una vez un dragón llamado Fuego, que descubrió una nueva dimensión de la vida gracias a sus aventuras en la aldea. Había aprendido que, a veces, la mayor aventura de todas es hacer nuevos amigos. Fuego sabía que las aventuras no terminarían, y seguiría explorando el mundo que lo rodeaba, siempre listo para volver a su hogar en la montaña.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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