El Dragón y la Aventura en el País de las Nubes. Había una vez un dragón llamado Drog que vivía en una cueva en lo alto de una montaña. Desde allí, podía ver todo lo que sucedía en el valle de abajo y disfrutar de la belleza de las montañas y los bosques que lo rodeaban.
Drog era un dragón especial, no como los demás dragones que conocía. A él no le gustaba asustar a la gente y mucho menos hacerles daño. Por eso, se mantenía alejado de los pueblos y ciudades, para evitar causar temor o malestar en los humanos.
En lugar de eso, Drog prefería quedarse en su cueva leyendo libros y disfrutando del paisaje. Había coleccionado una gran cantidad de libros a lo largo de los años, y se dedicaba a leerlos con mucha atención, aprendiendo sobre diferentes temas y descubriendo historias fascinantes.
Un día, mientras caminaba por la montaña, Drog se encontró con una joven humana que parecía perdida. Ella estaba muy cansada y necesitaba ayuda. Drog, en su usual forma amable, se ofreció a ayudarla y le preguntó qué le pasaba.
La chica se presentó como Ana, y dijo que estaba viajando desde su pueblo hacia la ciudad para buscar trabajo. Pero a medida que caminaba por el bosque, se había perdido y se encontraba perdida. Le preocupaba no llegar a la ciudad a tiempo, y perder la oportunidad de conseguir un trabajo.
Drog escuchó su historia y sintió empatía por ella. Entonces le ofreció su ayuda, y le dijo que la llevaría hasta la ciudad. Ana, aunque al principio se asustó al estar cerca de un dragón, pronto se sintió aliviada al ver lo amable y amigable que era Drog.
Así, Drog y Ana comenzaron a caminar hacia la ciudad. La joven se asombraba a cada paso del camino, descubriendo cómo se veía el mundo desde lo alto de la montaña. Drog le enseñó algunos paisajes secretos que no mucha gente tenía la oportunidad de ver.
Cuando finalmente llegaron a la ciudad, Ana estaba muy agradecida con Drog. Le había salvado la vida, y además le había regalado un viaje inolvidable. No sabía cómo agradecerle su bondad, así que decidió invitarlo a un café.
Drog nunca había estado en una cafetería humana antes, así que estaba un poco nervioso, pero Ana lo ayudó a pedir algo que le gustase. Y así, mientras tomaban café juntos, comenzaron a hablar sobre sus mundos: la vida de los dragones y la vida de los humanos.
Ana contó a Drog sobre las dificultades que enfrentaba su pueblo por el cambio climático, y lo mucho que estaban preocupados por el futuro de su comunidad. Drog escuchaba con atención, y decidió que quería hacer algo al respecto.
Decidió hablar con otros dragones sobre la situación del pueblo de Ana, y juntos, comenzaron a pensar en maneras de ayudar a esos humanos que estaba comenzando a preocuparle. Y así, poco a poco, fueron surgiendo formas de cooperar para brindar soluciones a sus problemas.
Ana, por su parte, también quería devolverle un poco del favor a Drog. Así que decidió invitarlo a su casa en el pueblo, para que pudiera descansar y disfrutar de la tranquilidad del lugar. Drog aceptó, y se dirigió al valle para conocer el hogar de Ana.
Allí,, Drog descubrió los encantos del lugar: animales felices, ríos cristalinos, y árboles frondosos. Así, Drog comenzó a visitarla regularmente, disfrutando del calor y la comodidad del hogar humano.
Con el tiempo, Ana y Drog se hicieron amigos muy cercanos. Ana solía llevar a Drog a comprar a la ciudad, y él la ayudaba en tareas del hogar. Compartían platos de comida, y pasaban horas charlando juntos.
Drog descubrió que, aunque había algunos humanos que se preocupaban por el mundo tanto como él, también había muchos otros que valoraban la tranquilidad y la paz que ofrecían sus hogares. Y entendió que su versión de tranquilidad y paz podía ser muy diferente a la de Ana, o cualquier otro humano.
Así, esta amistad entre un humano y un dragón se convirtió en un símbolo de que la diversidad podía unir en lugar de separar. Que no importaba cuán diferentes fueran el uno del otro, la amistad y la colaboración siempre podían encontrarse en un lugar común.
Finalmente, Drog y Ana se despidieron, pero sabían que se volverían a ver pronto. Drog se había dado cuenta de que las amistades más inesperadas podían ser las más valiosas, y que abrir la mente a las diferencias era lo que nos hacía más humanos.
Y así regresó a su cueva, pero estaba emocionado por el futuro, ya que sabía que había encontrado un amigo de verdad, y eso era lo más importante de todo.