El Dragón y la Montaña de los Sueños. Había una vez un dragón llamado Drogón que vivía en lo alto de una montaña. De todos los dragones que habitaban en ese mundo, Drogón era el más diferente de todos, pues él no era malvado ni causaba problemas a los habitantes de los pueblos cercanos. Vivía en una cueva que constaba de una pequeña cascada y un jardín de flores lleno de un sinfín de colores. Sin embargo, algo lo hacía sentir incompleto.
Una mañana, Drogón decidió que era hora de hacer algo diferente. Siempre había deseado ver las maravillas del mundo, así que comenzó un viaje para hacer realidad su más preciado sueño. Durante su camino, se topó con diferentes personas y animales, con los que pudo aprender muchas cosas interesantes.
Después de muchos días de viaje, se encontró en un pueblo, donde vio a un pequeño niño llorando en la plaza central. Drogón se acercó y preguntó qué pasaba. El niño le respondió que había perdido a su perro, su mejor amigo. Al escuchar esto, Drogón decidió ayudar al pequeño a buscar a su fiel compañero.
La búsqueda duró varias horas, pero al final lograron encontrar al perrito. El niño estaba muy contento y Drogón se sentía muy feliz de haber ayudado a alguien. A partir de ese día, el dragón decidió que su misión en la vida era ayudar a los demás, y que no había nada más importante.
A partir esa experiencia, el pueblo se convirtió en su hogar y sus habitantes lo aceptaron como uno más. Siempre que alguien necesitaba ayuda, ahí estaba Drogón para asistir y hacer su parte. La gente empezó a notar que los problemas y las dificultades se solucionaban más fácilmente gracias a su ayuda.
La fama de su bondad y su espíritu aventurero fue creciendo, lo que llegó a oídos de un rey que necesitaba un héroe para salvar a su reino de un gran peligro. Drogón, al escuchar la petición, decidió aceptar el desafío para ayudar a los habitantes del reino. Se preparó y partió hacia el reino, sin saber exactamente qué peligro lo esperaba.
Después de unos días de viaje, llegó al reino y escuchó que un grupo de bandidos estaba atacando a los aldeanos de la región. El rey le pidió al dragón que se enfrentara a ellos, ya que su tamaño y poder eran inigualables. Sabiendo que no podía dejar a la gente en peligro, Drogón decidió enfrentarse a los bandidos.
La batalla fue larga y ardua, pero gracias al valor y la fuerza de Drogón, lograron vencer a los bandidos y devolver la paz al reino. La gente estaba muy agradecida y quería recompensar al dragón por su gran valentía. Sin embargo, Drogón sabía que la verdadera recompensa era la satisfacción de haber ayudado a su prójimo.
Después de obtener la victoria en el reino, Drogón decidió regresar a su cueva. A su llegada, notó que todo estaba igual que cuando se había ido, la cascada y las flores florecían más que antes, pero aun así, él se sentía diferente. Ahora sabía cuál era su verdadera misión en la vida: ayudar a los demás. Además, había descubierto otra cosa, ayudar a otros le había hecho sentirse realizado y feliz.
Desde entonces, Drogón se dedicó a recorrer el mundo, llevando la alegría y la esperanza a todos aquellos que la necesitaban. A pesar de que su figura imponente y sus escamas brillantes podrían asustar a cualquiera, todos sabían que bajo esa fachada, había un corazón noble y bondadoso dispuesto a brindar una mano amiga en todo momento.
Quienes conocieron a Drogón, nunca han olvidado su nombre. Y es que, aunque era un dragón diferente, su corazón noble y su gran espíritu lo hacía un héroe del que todos los reinos hablaban con admiración. Porque Drogón, el dragón bondadoso, no solo salvó un reino, sino que conquistó los corazones de todos aquellos que tuvieron el honor de conocerlo.
