El Gatito y el Espíritu del Bosque

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El Gatito y el Espíritu del Bosque
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El Gatito y el Espíritu del Bosque. Érase una vez un pequeño gatito que vivía en un bosque frondoso y apacible. Todos lo conocían como el más ágil cazador de ratones del lugar y nadie se atrevía a cuestionar su valentía. Pero aunque el gato se vanagloriaba de sus hazañas, en lo más profundo de su corazón sentía una gran tristeza. Él anhelaba conocer el espíritu del bosque, el misterioso ser que se decía tenía el poder de conceder los deseos más anhelados.

Un día, el gatito decidió buscar al espíritu del bosque por su cuenta. Sin pensarlo dos veces, se adentró en el espeso follaje del bosque y comenzó a explorar. Después de un rato de caminar, el gato se topó con un gran árbol que parecía susurrarle al oído palabras de aliento.

—¡Hola pequeño! —exclamó la enorme encina.

—¿Hola? —respondió sorprendido el gatito.

—He notado que andas buscando algo muy importante, ¿puedo ayudarte en algo?

El gatito se sintió aliviado al notar que alguien se interesaba en sus deseos.

—Sí, estoy buscando al espíritu del bosque. Me han dicho que puede conceder cualquier deseo que tenga un corazón valiente y sincero.

—Veo que tienes un corazón valiente, pero ¿qué es lo que deseas?

El gatito no vaciló en responder.

—Deseo poder volar por los cielos como los pájaros, conocer los lugares más increíbles del mundo y ser el más audaz y osado de mi especie.

La encina escuchó con atención el deseo del gatito, pero no pudo hacer más que agitar sus ramas en señal de negación.

—Lamento decirte que el espíritu del bosque es quien tiene el poder de conceder los deseos, y yo soy un simple árbol sin ninguna magia, pero si quieres te puedo dar un consejo.

—¡Claro! —respondió emocionado el gatito.

—Si quieres encontrarlo, tendrás que seguir el curso del río hasta la cascada más grande del bosque. Allí encontrarás a alguien que te guiará hacia él, pero ten cuidado, pues la noche será oscura y llena de peligros.

El gatito agradeció el consejo y se dispuso a seguir su camino, pero antes de que pudiera alejarse, la encina le dijo unas palabras que le quedaron grabadas en la mente.

—Recuerda que la verdadera valentía no se mide por las hazañas que realizas, sino por la fuerza de tu corazón.

Así, el gato siguió el curso del río y llegó hasta la cascada más grande del bosque. Allí encontró a una hermosa hada que iluminaba el camino con una varita mágica.

—¿Eres el espíritu del bosque? —preguntó el gato.

—No, soy el hada que protege esta cascada, pero puedo guiarte hacia el espíritu del bosque si me dices cuál es tu deseo.

El gatito repitió su deseo con ansias en los ojos.

—Quiero volar por los cielos, conocer lugares increíbles y ser el más audaz y osado de mi especie.

La hada sonrió con ternura.

—Ese es un gran deseo, pero si quieres que se cumpla, tendrás que revelarme un secreto.

El gato se sintió un poco confundido, pero hizo caso a la hada.

—¿Qué secreto?

—El secreto que debes confesarme es tu miedo más profundo, aquello que te impide ser valiente.

El gato se quedó callado por un momento, pues no quería parecer débil ante la hada.

—Mi temor más profundo es no ser tan fuerte como quisiera para proteger a mis amigos y a mi familia —confesó al fin.

La hada sonrió con alegría.

—Ese es un temor muy noble, y gracias a él, se te concederá el deseo que tanto anhelas.

El gato no entendió muy bien a qué se refería la hada, pero no tuvo tiempo para hacer más preguntas, pues un gran estruendo se hizo oír en el bosque. Una manada de lobos hambrientos se había acercado y atrapado a un pequeño búho en un árbol cercano.

El gato no se lo pensó dos veces y con valentía, enfrentó a los lobos y logró rescatar al búho. La hada aplaudió con entusiasmo al ver la hazaña del gato.

—Esa es la verdadera valentía, la que nace del amor y de la necesidad de proteger a los que amamos. Ahora tienes todo mi poder, pequeño gato, vuela y conoce el mundo, pero recuerda siempre ser fiel a tu corazón.

Y así, el gatito se convirtió en el gato más valiente y osado del bosque, pero no por sus hazañas, sino por su noble corazón. Y aunque voló por los cielos y visitó los lugares más increíbles del mundo, nunca olvidó el consejo de la encina, pues sabía que la verdadera valentía no se mide por las hazañas que realizamos, sino por el amor que ponemos en ellas.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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