El Gato y el Templo del Sol

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El Gato y el Templo del Sol
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El Gato y el Templo del Sol. Érase una vez un gato callejero que deambulaba por las calles de una ciudad en busca de comida y refugio. Un día, mientras exploraba un callejón, se topó con un anciano sabio sentado en la entrada de un templo abandonado. El gato se acercó curioso y el anciano lo acarició con cariño.

«¿Estás buscando algo, amigo?» preguntó el anciano.

«Comida y un lugar para dormir», respondió el gato.

El anciano sonrió y llevó al gato dentro del templo. El lugar estaba lleno de tesoros antiguos y misteriosos, y todos ellos estaban protegidos por un gran guardián: un sol de oro macizo. El anciano explicó al gato que su misión era proteger el templo y asegurarse de que nadie se llevara los tesoros.

«Te ofreceré un trato», dijo el anciano al gato. «Te daré una comida y un lugar para dormir si aceptas convertirte en mi ayudante y proteger el templo junto a mí. ¿Estás dispuesto?»

El gato aceptó el trato, agradecido por la comida y el techo sobre su cabeza. El anciano lo entrenó en la defensa del templo y con el tiempo, el gato se convirtió en un guardián fuerte y valiente. Pasaron muchos años hasta que llegó el día en que el anciano murió, dejando al gato como el único protector del templo y de la gran joya del sol.

El gato se tomó su tarea muy en serio. Era el guardián del Templo del Sol, y nada ni nadie lo amenazaría mientras él estuviera allí. A menudo pasaba horas y horas patrullando el templo, asegurándose de que todo estaba en su lugar y que nadie había forzado la entrada. Pero entonces, la noticia llegó a sus oídos: un ladrón estaba planeando robar la joya del sol.

El gato se mantuvo alerta y vigilante durante muchas noches, esperando a que el ladrón hiciera su jugada. Finalmente, una noche, el gato lo vio. El ladrón había escalado la pared del templo y estaba tratando de deslizar la joya fuera de su pedestal. El gato saltó en acción, saltando sobre el ladrón y arañándolo con fuerza.

El ladrón intentó luchar, pero estaba en desventaja. El gato era demasiado rápido y ágil para él. Finalmente, el ladrón huyó, pero en su prisa dejó caer un collar con un diamante en el suelo. El gato lo recogió y lo llevó a su escondite en el templo.

Al día siguiente, el gato se enteró de que el collar pertenecía a la reina del país vecino. Lo guardó cuidadosamente en su escondite, sabiendo que sería una manera de ganarse la confianza de la reina si alguna vez necesitaba su ayuda.

El tiempo pasó, y el gato se dedicó a su tarea de proteger el templo como siempre lo había hecho. Pero un día, un gran terremoto sacudió el templo y la joya del sol se desprendió de su pedestal y cayó al suelo, partido en cientos de pedazos.

El gato estaba afligido. No solo había fallado en su tarea de proteger la joya del sol, sino que también se había perdido una de las maravillas más antiguas y valiosas del mundo. Pero entonces, una idea brilló en su mente.

Recordó el collar con el diamante que había encontrado y decidió hacer algo con él. Tomó las rocas de la joya del sol esparcidas en el suelo del templo y las pegó en el collar con la forma de un sol. Cuando terminó, el collar brillaba y resplandecía en el sol de la tarde. El gato se dio cuenta de que había hecho algo hermoso e importante. La joya del sol se había perdido, pero él había creado algo nuevo y único para tomar su lugar.

Con el tiempo, el collar se hizo famoso en todo el mundo. Los exploradores y aventureros venían de lejos solo para ver la increíble obra de arte que había creado el protector del Templo del Sol. El gato estaba muy orgulloso de su creación, y finalmente se retiró a un lugar tranquilo en un parque cercano, rodeado de admiradores y amigos.

Cuando murió, el collar del sol fue colocado en una caja de cristal y se exhibió en el templo para ser venerado por generaciones futuras. El templo ahora había sido bendecido con dos maravillas únicas, y el gato sabía que su legado viviría para siempre. Había cumplido con su tarea con éxito y su obra de vida tenía un lugar especial en la historia del antiguo Templo del Sol.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Gato y el Templo del Sol
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