El juego de las sombras de Halloween

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El juego de las sombras de Halloween
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El juego de las sombras de Halloween. Érase una vez, en una noche de Halloween, que dos niños llamados Ana y Luis decidieron jugar al juego de las sombras. Ellos sabían que este juego era un poco mágico ya que si lo jugaban en la noche de Halloween, las sombras cobrarían vida y se convertirían en monstruos que los perseguirían por toda la casa.

Así que, Ana y Luis se pusieron frente a una pared y empezaron a hacer sombras con las manos y los dedos. De repente, las sombras comenzaron a cobrar vida. La sombra de Ana se transformó en un murciélago grande y la sombra de Luis en un lobo aterrador.

-¡Wow! -dijo Ana emocionada.

-¡Es increíble! -añadió Luis, un poco más asustado.

Pero, sin embargo, ellos no sabían que las sombras no solo cobraban vida, sino que también podían hacerles daño.

La sombra del lobo de Luis comenzó a buscarlo para atraparlo, mientras que el murciélago de Ana salió volando para encontrar algo que comer. Ana y Luis se taparon los ojos, asustados. Cuando se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, se separaron e intentaron esconderse.

Ana pudo esconderse debajo de la mesa, pero Luis no pudo encontrar un lugar seguro. La sombra del lobo lo encontró y comenzó a perseguirlo por toda la casa. Luis se escondió detrás de una cortina, y la sombra del lobo no pudo detectarlo después de mucho buscar.

Mientras tanto, la sombra del murciélago de Ana estaba hambrienta y buscaba algo que comer. Después de mucho tiempo, encontró una mosca y la atrapó con sus alas. Cuando estaba a punto de comérsela, una polilla apareció y se comió la mosca.

La sombra del murciélago se enojó mucho al perder su cena y comenzó a volar con mucha velocidad en busca de la polilla. Ana, que estaba escondida debajo de la mesa, escuchó el sonido de las alas del murciélago y se asustó. Se puso a llorar y se arrepintió de haber jugado al juego de las sombras.

Finalmente, Luis encontró una habitación cerrada y entró en ella para esconderse. La sombra del lobo no pudo encontrarlo y se fue. Luis se sintió aliviado y se sentó en una silla para descansar. Pero entonces, la sombra de la silla que estaba sentando comenzó a moverse y lo atrapó.

Ana seguía llorando cuando escuchó a Luis gritar por ayuda. Corrió hacia la habitación y vio que la sombra de la silla estaba atacando a Luis. Ana pensó en una solución y se acordó de que las sombras se ahuyentan con la luz.

Corrió a buscar una linterna y encendió la luz en la cara de la sombra de la silla. La sombra comenzó a desvanecerse y se fue. Luis se liberó y ambos salieron de la habitación.

Cuando salieron, se dieron cuenta de que la casa ya no estaba oscura y era de día. Se abrazaron y prometieron no volver a jugar al juego de las sombras nunca más, porque sabían que era muy peligroso.

Desde entonces, ambos se divierten jugando otros juegos de Halloween, como adivinanzas sobre monstruos o contando historias terroríficas. Pero, siempre recuerdan su aventura y cómo las sombras pueden ser peligrosas.

Así, Ana y Luis aprendieron la lección de que no siempre es bueno jugar con la magia y que debemos tener cuidado con lo que hacemos. Pero, también aprendieron que es bueno tener un amigo en quien confiar cuando las cosas se ponen complicadas.

Y así, termina esta historia, con Ana y Luis felices, después de haber aprendido una gran lección.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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