El laberinto de Halloween

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El laberinto de Halloween
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El laberinto de Halloween. Érase una vez una niña llamada Ana, que vivía en un pueblo pequeñito en el Valle de los Colores. Era una niña alegre y muy curiosa, le encantaba explorar cada rincón de su pueblo y conocer a todas las personas que habitaban en él.

Un día, Ana recibió una invitación muy especial, la invitaban a participar en el Laberinto de Halloween, una actividad que se realizaba en la Plaza del Pueblo cada año en la noche de Halloween.

Ana se emocionó muchísimo, ya que se trataba de una de las actividades más importantes del pueblo y tenía muchas ganas de divertirse. Además, nunca había participado en el Laberinto de Halloween.

Llegó la noche de Halloween, Ana se vistió con su disfraz de bruja y se dirigió a la Plaza del Pueblo, donde se encontraba el laberinto. Al llegar, vio que había muchísimas personas disfrazadas y muchos niños como ella, todos esperando para entrar al laberinto.

Cuando se abrieron las puertas, Ana entró corriendo al laberinto junto a todos los demás niños. El laberinto estaba lleno de calabazas, telarañas, cajas sorpresa y muchos seres extraños que hacían ruidos terroríficos.

De repente, Ana se dio cuenta de que se había perdido en el laberinto. Había tomado varios caminos y no sabía cómo volver al inicio. Estaba asustada y no sabía qué hacer.

De pronto, una luz brillante apareció en medio del laberinto. Ana se acercó a ella y se encontró con una anciana muy amable que le preguntó qué le sucedía. Ana le contó lo que había pasado y la anciana le dio una bolsa con dulces para hacer que se sintiera mejor.

La anciana le dijo que si quería salir del laberinto, tenía que buscar la llave que se encontraba escondida en algún lugar del laberinto. Ana se puso en marcha y comenzó a buscar la llave.

En su búsqueda, Ana se encontró con un grupo de murciélagos gigantes que intentaban impedir que encontrara la llave y saliera del laberinto. Ana tuvo que usar su astucia para vencerlos y seguir en su búsqueda.

Finalmente, Ana encontró la llave escondida detrás de una calabaza gigante. La tomó y salió feliz del laberinto. Una vez fuera, la anciana apareció nuevamente y felicitó a Ana por su valentía y astucia.

Ana se sintió muy orgullosa de sí misma y se dio cuenta de que no tenía por qué tener miedo a los seres extraños que encontraba en el laberinto. Todos ellos eran parte de la diversión de Halloween.

En la Plaza del Pueblo, todos los niños celebraban haber encontrado la llave y Ana se unió a ellos. Comenzaron a repartir dulces y a contar historias de terror. Ana se divirtió muchísimo y se dio cuenta de que el Laberinto de Halloween era una de las actividades más emocionantes del pueblo.

Desde ese día, Ana nunca volvió a tener miedo en el Laberinto de Halloween. Sabía que estaba rodeada de personas amables y que siempre se divirtiría en compañía de los extraños personajes que habitaban en el laberinto.

Y así, Ana vivió feliz y llena de aventuras en el Valle de los Colores, un lugar en donde siempre había algo nuevo que descubrir y en donde el Laberinto de Halloween se convertiría en la actividad más esperada por todos los niños del pueblo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El laberinto de Halloween
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