El león y el cazador. Érase una vez en la sabana africana, un león majestuoso que se encontraba descansando bajo la sombra de un gran árbol. El león, quien era el rey de la selva, gozaba del respeto y la admiración de todos los animales que habitaban allí. Pero un día, un cazador llegó a la selva para capturarlo y venderlo en el mercado negro.
El cazador, que se consideraba el dueño de la naturaleza, comenzó a buscar al león sin importarle el daño que pudiera causar a los demás animales. Al encontrarlo, intentó atraparlo usando una red, pero el león, astuto y fuerte, logró escapar. Sin embargo, el león se sintió triste al ver que los demás animales serían víctimas de la caza del cazador.
Una noche, el león decidió salir a caminar por la selva, para pensar en una solución al problema. Fue entonces cuando se topó con una familia de gacelas que estaba durmiendo cerca de un lago. Al acercarse, el león notó que una de las crías estaba enferma y decidió quedarse a su lado para cuidarla.
Durante los siguientes días, el león estuvo pendiente de la pequeña gacela, buscándole hierbas y agua fresca para que se recuperara. Al ver esta actitud del león, la madre gacela, quien llevaba días observando atentamente, se acercó a él para agradecerle sus cuidados y ofrecerle su ayuda en lo que necesitara.
El león, sorprendido por la amabilidad de la gacela, decidió contarle su problema y pedirle consejo para proteger a los demás animales de la caza del cazador. La gacela, con sabiduría y humildad, le dijo al león lo siguiente: «Si queremos que el cazador respete la vida de los animales, debemos demostrarle que nosotros también respetamos la vida de los demás. Debemos trabajar juntos y cuidarnos los unos a los otros».
El león, emocionado por las palabras de la gacela, decidió convocar a una reunión con todos los animales de la selva para hablar sobre la situación y buscar una solución. Muchos de los animales, asustados por las acciones del cazador, no estaban dispuestos a confiar en los demás, pero el león les explicó que la unión y la solidaridad eran la única forma de lograr protegerse a sí mismos y a la selva.
Finalmente, los animales acordaron ayudarse mutuamente, y crearon un sistema de alertas para avisarse unos a otros de la presencia del cazador. Además, asignaron la responsabilidad de proteger a cada animal más indefenso a otro animal más fuerte y así, trabajar en equipo para proteger a todos.
El cazador, al notar que los animales se estaban organizando, decidió retirarse de la selva. Y así, gracias a la empatía, la solidaridad y la colaboración de los animales de la selva, el león logró proteger a su hogar y sus habitantes de la caza furtiva.
Desde entonces, el león y la gacela se convirtieron en un ejemplo para todos los animales de la selva de que, sin importar nuestras diferencias, siempre podemos encontrar formas de cuidarnos y protegernos los unos a los otros.
Y así, mi querido/a amigo/a, aprendemos que la empatía y la solidaridad son valores fundamentales que nos permiten construir un mundo mejor, más justo y más humano.
FIN.