El León y la Clase de Música en la Selva. Érase una vez en la selva, un grupo de animales muy especiales que vivían muy felices. Todos, tenían algo en común, el amor por la música. Ellos se reunían cada semana en una clase de música para aprender y ensayar nuevas canciones. Pero, había un animal muy especial que sobresalía por encima de todos ellos, ¡era el león!
El león era un animal muy grande, fuerte y valiente. A todos los animales de la selva les gustaba su voz, y sobre todo su manera de cantar. El león era muy talentoso en la música y por eso era el líder del grupo. No obstante, en la última semana, el león había estado un poco triste y abatido, lo que hizo que sus amigos se preocuparan por él.
«León, ¿qué te pasa?», preguntó la jirafa. «¿Por qué estás tan triste?»
El león miró a su amiga y le dijo: «No sé que me pasa, Jirafa. Últimamente me he sentido un poco desanimado. Tal vez debería dejar la clase de música».
El resto de los animales se sorprendió pues el león era el líder y su voz era muy importante en la clase. «Nada de eso, León. Nosotros te necesitamos y lo más importante, ¡nos gusta la música contigo!», dijo el mono.
«Estoy de acuerdo con Mono. Sin ti, la clase no sería lo mismo», agregó el búho.
«¡Sí, León! Tu canto es maravilloso, nunca te rindas», dijo la cebra.
Las palabras de sus amigos empezaron a levantar el ánimo del león. Se sentía agradecido y comprendido por ellos. Así que, sonrió y decidió quedarse en la clase.
Pero, algo estaba impidiendo que el león cantara con la misma pasión de siempre. Cuando llegó el día de ensayo, el león no lograba hacer los tonos y los ejercicios que sus maestros le pedían.
«León, ¿te duele algo?», preguntó la tortuga.
«Nada de eso», respondió el león. «Solo me cuesta un poco más de lo normal».
«Creo que sé lo que está pasando», intervino el elefante. «León, creo que tienes un problema con tus dientes».
Todos los animales se quedaron estupefactos, no habían pensado que la causa del problema era algo físico. El león, asumió lo que había dicho el elefante y fue a buscar ayuda para solucionar su problema dental.
Después de su chequeo, el doctor de la selva le dijo al león, que tenía algunos dientes enfermos. Le dio la medicina para aliviar el dolor y le recomendó cuidar más su higiene bucal.
Con la medicación y el cuidado necesarios, el león se empezó a recuperar poco a poco. Aunque, no podía cantar todavía, el león se dedicó a escuchar las canciones que sus amigos ensayaban. La clase de música, por supuesto, no era lo mismo sin la voz del león, pero sus amigos seguían dedicándole las canciones que aprendían, para que se sintiera incluido.
Una tarde, después de varios días, el león se acercó a su grupo de amigos, sonriendo y listo para cantar. ¡Estaba de vuelta! Su voz sonaba mejor que nunca. Cantó, como nunca antes lo había hecho y todos los animales se emocionaron. Era una canción nueva, que había estado trabajando en casa y se la enseñó a sus amigos. La canción hablaba de la importancia de no rendirse, de seguir adelante y luchar por tus sueños.
Después de cantar la canción, todos los animales de la selva se sintieron motivados y alegres, incluso más que antes. «¡Eso estuvo increíble, León!», dijo la jirafa, aplaudiendo.
«Gracias, ¡no saben cuánto me alegra estar de vuelta!», dijo el león, sonriendo.
Desde ese día, el león volvió a ser parte de la clase de música, cantando y disfrutando las canciones con sus amigos. Todos se dieron cuenta de que, con el tiempo su problema dental se desapareció, y su voz volvió a ser el corazón de la música de la selva.
Así, los animales cantaron, bailaron y se divirtieron en la clase de música en la selva, recordando siempre la historia del león y su lucha por volver a cantar como lo había hecho antes. Aprendieron que, no importa los obstáculos que se presenten, siempre hay una solución y que no debemos rendirnos.