El Lobo en el País de los Sueños. Érase una vez un pequeño árbol que se sentía triste y solitario en medio de un extenso bosque. A pesar de que estaba rodeado de grandes árboles y de una gran variedad de plantas y animales, el pequeño árbol no encontraba su lugar. Cada día se preguntaba para qué servía su existencia, pues no era lo suficientemente grande como las jacarandas, ni tenía las flores hermosas de los tulipanes y mucho menos los frutos dulces como los mangos. Un día, el lobo del País de los Sueños encontró al pequeño árbol llorando y decidió acercarse para ayudarlo. El lobo le enseñó al árbol que su existencia era importante, pues era el hogar de pequeñas criaturas que se refugiaban en sus ramas y hojas. Asimismo, le explicó que su frescura y oxígeno eran fundamentales para la vida en el bosque y que cada ser vivo cumplía un rol fundamental en el ecosistema. A partir de ese día, el pequeño árbol se sintió orgulloso y feliz de su existencia.
Érase una vez una pequeña mariposa que soñaba con volar más rápido y llegar más lejos. A pesar de que sus colores eran hermosos y llamativos, y de que en su vuelo atraía las miradas de los demás animales del bosque, la mariposa se sentía insatisfecha con su limitado alcance. Un día, el lobo del País de los Sueños encontró a la pequeña mariposa llorando y le preguntó qué le ocurría. La mariposa le respondió que se sentía pequeña e insignificante, pues no podía volar tan lejos como las águilas. El lobo le explicó que la grandeza no se mide por la capacidad de volar alto o lejos, sino por el valor que se da a cada cosa que se hace en la vida. Asimismo, le recordó que ella era importante porque su dulce néctar atraía a las abejas y colibríes, quienes no podrían sobrevivir sin ella en el bosque. A partir de ese día, la pequeña mariposa se sintió valorada y comprendió que su existencia era vital para el equilibrio de la naturaleza.
Érase una vez un pequeño caracol que quería huir de su cascarón para conocer el mundo exterior. A pesar de que había escuchado muchas historias sobre la belleza del bosque, el caracol se sentía atrapado y deseaba poder deshacerse de su pesada carga. Un día, el lobo del País de los Sueños encontró al pequeño caracol llorando y le preguntó qué le ocurría. El caracol le respondió que se sentía prisionero dentro de su cascarón y que no podía vivir plenamente debido a su limitado movimiento. El lobo le explicó que aunque su movilidad era limitada, su naturaleza era fundamental en el ecosistema del bosque. Asimismo, le enseñó que los caracoles eran los encargados de limpiar el suelo y mantener en equilibrio los nutrientes de las plantas. A partir de ese día, el pequeño caracol se sintió agradecido y comprendió la importancia de su labor en el bosque.
Érase una vez un pequeño topo que soñaba con tener una visión más clara del mundo exterior. A pesar de que era experto en construir profundos túneles y podía orientarse en la oscuridad, el topo se sentía limitado por su falta de visibilidad. Un día, el lobo del País de los Sueños encontró al pequeño topo llorando y le preguntó qué le ocurría. El topo le explicó que se sentía triste de no poder explorar el bosque como otros animales, pues su visión era muy limitada. El lobo le explicó que cada ser vivo del bosque tenía habilidades diferentes y que la suya era vital para el equilibrio del ecosistema. Le explicó que los topos eran los encargados de mantener el suelo suelto y oxigenado, y que gracias a su labor, era posible el crecimiento de muchas plantas. A partir de ese día, el pequeño topo se sintió orgulloso y comprendió la importancia de su trabajo en el bosque.
Cada ser vivo del bosque es importante y tiene una labor fundamental en el equilibrio del ecosistema. El lobo del País de los Sueños enseñó a los animales del bosque la importancia de valorar sus existencias y de reconocer la belleza en la diversidad de la naturaleza. A partir de ese día, cada ser vivo se sintió valorado y comprendió que su labor era vital para el funcionamiento del bosque en su conjunto.