El Lobo y el Espíritu de la Montaña

Tiempo de lectura: 4 minutos

El Lobo y el Espíritu de la Montaña
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

El Lobo y el Espíritu de la Montaña. Érase una vez en una fría noche de invierno, en lo más profundo de la montaña, cuando el Lobo se encontró con el Espíritu de la Montaña. Los dos eran criaturas solitarias, cada uno viviendo en un mundo propio. Pero la llegada del Lobo traerá un cambio que cambiará sus vidas para siempre.

El Lobo, solitario y curioso, estaba explorando la montaña cuando se encontró con el Espíritu. Aunque al principio estaba un poco asustado por el velo de niebla que lo enmarcaba y el brillo de su celestial resplandor, pronto se dio cuenta de que no era una amenaza y deseaba conocerlo.

El Espíritu de la Montaña, que había sido guardián de las montañas durante milenios, quedó espantado al descubrir que el Lobo estaba en su territorio. Había prometido proteger a todos los seres de la montaña, pero la aparición del Lobo lo había tomado por sorpresa.

«¿Qué haces aquí?», preguntó el Espíritu, mirando al Lobo con ojos de astucia.

«Estoy investigando esta montaña», dijo el Lobo tímidamente, «¿Y tú? ¿Qué haces aquí?»

«Soy el Espíritu de la Montaña, el protector de estos hugares. Mi tarea es defender la montaña de cualquier ser maligno que quiera hacer daño», respondió el Espíritu.

El Lobo, al oír esto, se sintió un poco intimidado. No quería ofender al Espíritu, pero tampoco quería regresar a su guarida sin haber explorado suficientemente la montaña.

«Puedo ser tu amigo, si lo deseas», dijo el Lobo con una sonrisa amistosa.

«Amigo», repitió el Espíritu sorprendido, «Nunca he sido amigo de nadie antes, pero si tú deseas una amistad, yo la acepto».

A partir de ese día, el Lobo y el Espíritu de la Montaña se convirtieron en grandes amigos. El Lobo le enseñó a su amigo cómo cazaba y disfrutaba del aire fresco de la montaña, mientras que el Espíritu le enseñó al Lobo los secretos de la naturaleza de la misma.

El Espíritu una vez permitió al Lobo visitar su casa en la cima del pico más alto de la montaña. Juntos, los dos contemplaron el mundo desde arriba. El Lobo llegó a conocer cada montaña, roca y árbol, mientras que el Espíritu le enseñó cómo la nieve y el hielo en la montaña actuaban juntas.

Después de unas semanas, el Lobo se dio cuenta de que el Espíritu de la Montaña se estaba debilitando. Su color radiante había desaparecido, y el velo de niebla que lo rodeaba se había vuelto menos espeso.

«¿Qué está pasando?», preguntó el Lobo preocupado.

«Estoy enfermo, Lobo», respondió el Espíritu. «Pronto moriré, pero no te preocupes por mí. La montaña siempre tendrá un nuevo protector».

Lobo estaba afligido. No quería perder a su amigo Espíritu, pero sabía que no podía hacer nada para salvarlo.

«¿Cómo puedo ayudar?», preguntó el Lobo.

«La montaña te necesita, Lobo», respondió el Espíritu. «Debes continuar lo que yo he comenzado y defender la montaña frente a cualquier peligro que se presente».

El Lobo, asintiendo con la cabeza, prometió tomar el lugar del Espíritu y proteger la montaña. Cuando el Espíritu murió, Lobo se encargó de enterrarlo en la cima del pico más alto en la montaña, como un tributo a su leal amigo y protector.

Desde entonces, el Lobo se convirtió en el nuevo protector de la montaña, como el Espíritu le había pedido. Como sucedió con el Espíritu, nunca permitió el mal dentro de los límites de la montaña. Y aunque todavía se sentía muy solo en ocasiones, el recuerdo de su amigo lo mantuvo fuerte, y sintió que estaba cumpliendo su legado.

Y así, la montaña permaneció seguridad y protegida por años por los esfuerzos del lobo. Se dice que en días claros, su aullido podía ser escuchado por los pueblos cercanos, un llamado a la naturaleza y a la gran historia que mantienen la montaña segura…

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Lobo y el Espíritu de la Montaña
¿Te ha gustado «El Lobo y el Espíritu de la Montaña»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir