El misterio de la chimenea mágica

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El misterio de la chimenea mágica
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El misterio de la chimenea mágica. Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una casa que destacaba por encima de todas las demás. Era una casa de piedra de dos pisos con una chimenea enorme que sobresalía por encima del techo y se elevaba hacia el cielo. Esta casa se encontraba en el borde del pueblo, cerca de los bosques, y la mayoría de los aldeanos evitaban pasar por allí por temor a lo que se decía que sucedía dentro.

Se decía que había un poderoso hechicero que vivía en la casa, que había construido una chimenea mágica que era su guarida. Según los cuentos, este hechicero había creado la chimenea para comunicarse con el otro mundo y había aprendido todos los secretos de la magia. Pero lo más aterrador eran las historias de personas que habían visto sombras oscuras saliendo de la chimenea en la noche. Algunas personas incluso aseguraban haber visto a una criatura con cuernos y ojos rojos como la sangre al acecho por los alrededores de la casa.

Nadie se atrevía a acercarse a la casa, excepto una niña llamada Lisa. A Lisa le encantaba explorar la naturaleza y siempre se sentía atraída por los lugares misteriosos. Desde niña, había sentido una extraña fascinación por la casa de la chimenea mágica y había pasado horas observándola desde la distancia.

Un día, Lisa decidió que ya era hora de averiguar qué había dentro de la casa. Esperó a que cayera la noche y, envuelta en su capa, se adentró en el jardín de la casa. Allí se encontró con la chimenea, que se elevaba hacia el cielo como una torre. La niña se quedó boquiabierta al ver que la chimenea era tan amplia que podía pasar por ella. Así que, sin pensárselo dos veces, se adentró en su interior.

Para su sorpresa, en la base de la chimenea había una puerta oculta que llevaba a una habitación secreta. Lisa se adentró en la habitación y se encontró rodeada de antiguos libros de magia, candelabros, calderos y otras herramientas misteriosas. Pero lo más sorprendente de todo era que, sentado en un gran sillón, se encontraba el hechicero de la casa, que la observaba con detenimiento.

La niña, llena de curiosidad, se acercó al hechicero y comenzó a hacerle preguntas sobre la magia. Sorprendentemente, el hechicero no la echó de la habitación y, en lugar de eso, se tomó el tiempo de responder todas sus preguntas. Parecía que estaba encantado de encontrar a alguien con tanta pasión por la magia como él mismo.

A lo largo de las próximas semanas, Lisa regresó a la casa de la chimenea mágica varias veces, aprendiendo todo lo que podía del hechicero. Poco a poco, comenzó a experimentar con la magia por sí sola, siguiendo los consejos del hechicero.

Pero, un día, cuando Lisa volvió a la casa para una sesión de estudios de magia, el hechicero le dijo que debía partir. No explicó por qué, pero se despidió de ella con una tristeza en la mirada que Lisa no había visto antes. Intrigada, Lisa decidió investigar qué había pasado.

Descubrió que el hechicero había sido sometido a una poderosa maldición que lo había dejado atrapado en la casa de la chimenea. Pero, gracias a que Lisa había compartido su amor por la magia con él, había encontrado la manera de romper la maldición. Ahora, el hechicero estaba libre, y había llegado el momento de partir.

En cuestión de horas, el hechicero y Lisa se despidieron en el jardín de la casa. Entonces, el hechicero le entregó a Lisa una pequeña bolsa de tela y le dijo que la mantuviera segura. Dentro, había una serie de pergaminos con los conjuros más poderosos que había aprendido en su vida; algo que solo se entregaba a un sucesor.

Lisa abrió la bolsa y se sorprendió al ver que la sonrisa triste del hechicero había desaparecido. En su lugar, había una mirada de orgullo y esperanza. Lisa sabía que había logrado lo que siempre había querido: ser un mago de verdad. Sintió una mezcla de tristeza y alegría mientras el hechicero se alejaba, cabalgando hacia el horizonte.

De vuelta en su casa, Lisa comenzó a leer los pergaminos con cuidado y ensayó sus nuevos conjuros con sus amigos. En poco tiempo, se convirtió en la maga más poderosa de su pueblo. Hasta que un día, una sombra oscureció el cielo y todos se dieron cuenta de que el pueblo corría peligro de un peligroso mal que amenazaba con destruir la aldea.

En un momento, Lisa supo lo que tenía que hacer. Corrió hacia la casa de la chimenea mágica, pidió ayuda al recién liberado hechicero y, con su magia combinada, eliminaron el mal que amenazaba el pueblo.

Desde entonces, Lisa se convirtió en la protectora del pueblo. La gente hablaba de ella con admiración y la temían con respeto. Sabían que la casa estaba maldita, pero que el hechicero ya se había encargado de ella. Todos sabían que, si necesitaban de la magia para defenderse, tenían que llamar a Lisa, quien había recibido la sabiduría del hechicero y la había multiplicado.

Lisa ahora había entendido que la magia no era una herramienta para divertirse, sino una responsabilidad. Tenía el poder para cambiar la vida de las personas y, aunque podía ser peligroso, también tenía el potencial para hacer grandes cosas. Todo gracias al misterio de la chimenea mágica.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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