El monstruo de Halloween

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El monstruo de Halloween
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El monstruo de Halloween. Érase una vez en la ciudad de Halloween un monstruo muy especial. Se llamaba Fran y era diferente a todos los demás. Era un monstruo amable y simpático, pero nadie quería ser su amigo porque tenía un aspecto muy espantoso. Fran tenía la piel verde, los dientes afilados y unos ojos grandes y rojos como los de un murciélago. Por eso, pasaba la mayor parte del tiempo solo, en la cima de una colina, mirando al horizonte.

Un día, Fran se enteró de que en la ciudad de Halloween se iba a celebrar una gran fiesta. Habría caramelos, disfraces y música para todos los gustos. Fran estaba muy emocionado porque nunca había ido a una fiesta antes. Pensó que, quizás, allí encontraría amigos y dejaría de sentirse tan solo.

Así que la noche de la fiesta, Fran se puso su mejor traje de monstruo y bajó de la colina. Al principio, todos los niños y niñas se asustaron al verlo, y corrían a esconderse detrás de sus padres. Pero Fran no se dio por vencido, y con una sonrisa amable en la cara, empezó a saludar a todo aquel que se acercaba. «¡Hola! Soy Fran, el monstruo más amigable de la ciudad», decía.

Al principio, todos se reían y le hacían fotos. Pero poco a poco, Fran empezó a notar que la gente se acercaba más a él, que hablaban con él, y que incluso algunos niños querían jugar a las escondidas con él. La noche fue pasando entre música y risas, y Fran se sentía muy feliz de haber ido a la fiesta.

Pero, justo cuando todo parecía perfecto, algo extraño sucedió. De repente, todas las luces de la fiesta se apagaron y empezó a sonar una música muy tenebrosa. Los niños y niñas se asustaron y empezaron a correr. Fran no entendía que estaba pasando, hasta que vio a lo lejos una sombra enorme, que se movía en su dirección.

La sombra era de un monstruo gigantesco, que se acercaba a la ciudad de Halloween. Era tan grande que Fran no quería ni imaginar cómo sería su aspecto. La gente tenía miedo y nadie sabía qué hacer. Entonces, Fran decidió salir a buscar al monstruo y enfrentarse a él. No quería que la ciudad de Halloween fuera destruida, ni que las personas que había conocido esa noche sufrieran.

Así que salió corriendo en busca del monstruo gigante, y no lo encontró muy lejos. El monstruo era tan grande como una casa, y tenía los brazos llenos de cadenas y collares, lo que hacía que sonara aún más siniestro. Fran empezó a temblar, pero no se rindió y se acercó al monstruo. «¡Deténte!», le gritó, «¿Por qué estás haciendo esto?».

El monstruo gigante no respondió. Simplemente se quedó mirando a Fran. Después, levantó una de sus manos y comenzó a mostrarle los collares y cadenas que llevaba consigo. Fran, entonces, comprendió que aquel monstruo había estado viviendo atrapado durante mucho tiempo. Era su deseo escapar de aquel lugar y poder volver a casa.

Fran no lo pensó más y comenzó a romper cada una de las cadenas y collares que envolvían al gigantesco monstruo. Cada vez que rompía uno, el monstruo gigante volvía a su tamaño normal. Hasta que finalmente, se encogió lo suficiente como para que Fran pudiera abrazarlo.

En la ciudad, todos los niños y niñas estaban asustados, esperando un final triste, cuando de pronto las luces volvieron a encenderse y se escuchó un gran aplauso. Fran había derrotado al monstruo y lo había convertido en uno más de los de Halloween. A partir de ese momento, los niños y niñas se dieron cuenta de que Fran no era tan diferente como pensaban, y cada vez se acercaban más a jugar y hablar con él. Fran estaba contento, porque había encontrado amigos y había salvado la fiesta de Halloween.

Desde aquel día, Fran pasó a ser el monstruo más querido de la ciudad de Halloween, y cada año se encargaba de llevar la música adecuada a la fiesta. Y así, todos los demás monstruos aprendieron que no importa cuál sea tu aspecto, lo que realmente importa es lo que llevas en el corazón.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El monstruo de Halloween
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