El niño que aprendió a escuchar. Érase una vez un niño que era muy egoísta. Siempre pensaba en sí mismo y nunca se preocupaba por los demás. A menudo, sus amigos se sentían ignorados y tristes, pero el niño no se daba cuenta de ello. Hasta que un día, algo increíble sucedió.
Un día soleado, el niño decidió salir a caminar por el parque. Después de un rato, se dio cuenta de que un perro estaba ladrando muy fuerte. El niño se acercó para ver qué estaba pasando y encontró a un pequeño cachorro atrapado en un arbusto. El perro estaba llorando en voz alta y nadie parecía darse cuenta.
El niño decidió sacar al cachorro del arbusto y ayudarlo a encontrar a su dueño. Después de un rato de caminar, encontraron al dueño del cachorro y el pequeño perro fue devuelto a casa.
A partir de ese momento, el niño comenzó a prestar más atención a lo que sucedía a su alrededor. Se dio cuenta de que muchas veces sus amigos estaban tristes y necesitaban su ayuda. Así que comenzó a escuchar más y a preocuparse más por ellos.
Por ejemplo, una vez escuchó a su amigo decir que tenía miedo de dar un discurso en la escuela. El niño decidió ayudarlo a prepararse para el discurso y le dio consejos para superar el miedo escénico. El discurso fue un éxito y el amigo se sintió muy feliz y agradecido.
Otro ejemplo fue cuando el niño vio a su amiga llorar en el patio de la escuela. Él se acercó a ella para preguntarle qué estaba pasando y se enteró de que estaba enojada con su hermana mayor. El niño le sugirió que hablara con su hermana sobre cómo se sentía y le ofreció su ayuda. La amiga lo hizo y la discusión entre ellas se resolvió pacíficamente.
Poco a poco, el niño se convirtió en un buen oyente y comenzó a pensar más en los demás antes que en sí mismo. Se dio cuenta de que escuchar a alguien necesitado es una manera muy importante de mostrar empatía por ellos.
Con el tiempo, la fama de este niño como alguien amable y empático se extendió por todo su barrio. Los niños y niñas comenzaron a buscarlo cuando necesitaban ayuda o simplemente alguien con quien hablar. Él siempre estaba allí para escucharlos, darles consejos y ayudarlos si era necesario.
Un día, el niño fue invitado al salón de actos de su escuela para recibir un premio especial. Se puso nervioso y se preguntó por qué lo estaban premiando. Cuando llegó allí, se encontró con sus amigos y compañeros de clase, que lo recibieron con aplausos y gritos de felicitación.
El niño estaba muy confundido y le preguntó al maestro de ceremonias qué estaba sucediendo. El maestro de ceremonias declaró que el niño había sido condecorado con un premio especial por ser un gran oyente y por su gran empatía hacia los demás. Todos sus amigos y compañeros de clase lo habían nominado y habían votado por él.
El niño estaba sorprendido, pero también muy emocionado y orgulloso. Él se dio cuenta de que ser empático y estar dispuesto a escuchar a los demás es una calidad muy importante que no solo ayuda a los demás, sino que también te hace una persona mejor.
Desde ese día en adelante, el niño se convirtió en un gran modelo a seguir para sus amigos y compañeros de clase. Comenzaron a imitar su comportamiento al prestar más atención a los demás y, como resultado, se convirtieron en amigos más amables y solidarios.
En resumen, este cuento nos enseña que prestar atención a los demás y escuchar es una manera importante de mostrar empatía y ayudar a quienes te rodean. Ser un buen oyente te hace un mejor amigo, compañero y persona en general. La empatía es una virtud que todos deberíamos tener en nuestras vidas y nuestra sociedad.