El Perrito de la Cima del Cielo. Érase una vez un pequeño perrito llamado Rufus, que vivía en la cima del cielo. Sí, en la cima del cielo. Era un lugar mágico y encantador, lleno de nubes suaves y blancas que parecían algodón de azúcar y estrellas que brillaban como diamantes en el cielo nocturno.
Rufus era un perrito que amaba jugar y saltar por las nubes. Era muy feliz allí arriba, y siempre se sintió afortunado de vivir en ese lugar tan hermoso. Pero a veces, Rufus se sentía un poco solo. La cima del cielo era muy grande y no había muchos amigos con los que jugar. Solía mirar hacia abajo y ver a los niños jugando en los parques, y se preguntaba si algún día encontraría amigos como ellos.
Un día, Rufus decidió explorar más allá de la cima del cielo. Saltó de nube en nube, navegando a través del aire con sus patas pequeñas y su cola peluda. Después de un rato, se encontró con un pequeño ángel.
– ¡Hola, pequeño perro! -dijo el ángel con una sonrisa.
– ¡Hola! Soy Rufus -respondió el perro amistosamente-. ¿Cómo te llamas?
– Mi nombre es Ariel -contestó el ángel-. ¿Qué estás haciendo aquí afuera?
– Estoy buscando amigos -dijo Rufus-. La cima del cielo puede ser un lugar solitario.
– Ah, lo entiendo -dijo Ariel con simpatía-. Yo también me siento un poco solitario a veces. ¿Quieres jugar juntos?
– ¡Sí! -dijo Rufus emocionado-. ¡Sería genial tener un amigo para jugar!
Así, Rufus y Ariel comenzaron a jugar juntos. Pasaron horas saltando de nube en nube, persiguiéndose el uno al otro, y divirtiéndose mucho. Pronto, se unieron otros pequeños ángeles y animales del cielo a su juego, y Rufus se encontró rodeado de nuevos amigos.
– ¡Esto es increíble! -dijo Rufus emocionado-. No puedo creer que haya encontrado tantos amigos aquí arriba.
– Ves, Rufus -dijo Ariel comprensivo-. Siempre hay alguien esperando para ser tu amigo, solo tienes que buscar. No importa dónde vivas, siempre puedes encontrar amigos en cualquier lugar.
– ¡Tienes razón! -dijo Rufus emocionado-. Nunca había pensado en eso.
Desde ese día en adelante, Rufus nunca se sintió solo en la cima del cielo. Había muchos amigos con los que jugar, y cada día era una aventura nueva y emocionante. Aprendió que no importa dónde estés, siempre hay amigos por hacer si solo te esfuerzas por buscar. Y Rufus siempre estaría agradecido por descubrir el secreto de la amistad en la cima del cielo.
FIN.