El Príncipe en el Bosque. Érase una vez un príncipe que vivía en un gran palacio rodeado de lujos y riquezas. Sin embargo, el príncipe se sentía muy triste y solo, pues sus padres siempre estaban ocupados con sus deberes reales y no tenían tiempo para jugar con él.
Un día, el príncipe decidió escaparse del palacio y perderse en el bosque. Así, salió al amanecer sin contarle a nadie a dónde iba. El bosque era oscuro y espeso, pero el príncipe, valiente como era, continuó su camino.
Mientras caminaba, encontró un pequeño arroyo y pensó en beber agua fresca. Cuando se acercó al arroyo, vio un hermoso cisne de plumas blancas como la nieve. El príncipe, sorprendido por su belleza, intentó atraparlo. Después de mucho tiempo, logró capturarlo con sus manos, pero se dio cuenta de que había hecho algo malvado y decidió liberarlo.
De repente, apareció una hada que había estado observando todo. La hada se presentó al príncipe y le dijo: «Has hecho algo bueno al dejar libre al cisne. Por eso, te voy a conceder un deseo».
El príncipe, sorprendido por la aparición de la hada, se quedó sin palabras. Entonces, decidió pedir un amigo con el que pudiera jugar todo el día. La hada respondió: «Muy bien, pero tu amigo no será un ser humano, será un animal». Y así, el príncipe recibió un lindo conejito gris con quien se hizo inseparable.
Juntos, jugaron durante todo el día, corrieron por el bosque, saltaron sobre los troncos de los árboles, y se comieron las frutas más deliciosas que encontraron en el camino. Al final del día, el príncipe agradeció al conejito por haber sido su amigo todo el día y se durmió feliz y satisfecho.
Al día siguiente, el príncipe volvió a jugar con su amigo el conejito, pero se dio cuenta de que estaba completamente solo en el bosque, sin ayuda ni compañía. Se preguntó cómo podía hacer para volverse amigo de nuevos animales y, de repente, se le ocurrió una idea.
Tomó su capa y la cortó en pequeños pedazos. Con ellos, hizo una tienda en la cual pasaría la noche, esperando que algún animal se acercara. Esa noche, el príncipe escuchó el aullido de un lobo y se asustó muchísimo. Pero cuando se asomó a mirar, el lobo se detuvo frente a su tienda y comenzó a olfatearle.
El príncipe estaba tan asustado que no supo cómo reaccionar, pero el conejito, que era más valiente que él, corrió hacia el lobo y comenzó a saltar sobre él. Para sorpresa del príncipe, el lobo empezó a jugar con el conejito y, poco a poco, se volvieron amigos.
Desde entonces, el príncipe se dedicó a construir pequeñas tiendas en diferentes lugares del bosque y esperó a que nuevos animales se acercaran a él. Así, hizo amigos con ciervos, ardillas, aves, conejos y muchos otros animales.
Conforme iban pasando los días, el príncipe se dio cuenta de que ya no se sentía solo, porque tenía a todos sus nuevos amigos. Y comprendió que, aunque viviera en un gran palacio rodeado de lujos y riquezas, no había nada más valioso que la amistad verdadera.
Finalmente, el príncipe volvió a su palacio, pero esta vez, se llevó consigo una gran lección: no importa lo solitario que pueda llegar a sentir alguien, siempre tiene la posibilidad de hacer nuevos amigos. Y así, el príncipe vivió feliz con sus amigos animales, sabiendo que la verdadera riqueza estaba en el amor y la amistad.
FIN.