El Príncipe en el Castillo. Érase una vez, en un reino lejano, un joven príncipe llamado Luis. Luis era un muchacho valiente y audaz, pero también tenía un gran corazón y era muy gentil y amable con todos los que lo rodeaban.
Un día, el rey le dijo a Luis que tenía una misión muy importante que cumplir: debía encontrar y rescatar a la princesa Ana, quien había sido secuestrada por el malvado hechicero Zorath. La princesa Ana era la hija del rey de un reino vecino y su familia estaba muy preocupada por ella.
Luis sabía que esta misión no sería fácil, pero estaba decidido a hacer cualquier cosa para encontrar a la princesa y llevarla de vuelta a su hogar. Así que, sin vacilar, Luis partió hacia el territorio de Zorath.
Después de varios días de viaje, Luis finalmente llegó al castillo del hechicero. Era un lugar siniestro y oscuro, con enormes murallas que parecían imposibles de escalar. Pero Luis no se amedrentó. Sabía que tenía que entrar al castillo si quería encontrar a la princesa Ana.
Con valentía y astucia, Luis logró entrar al castillo y comenzó a buscar en todas las habitaciones y pasillos. Se encontró con guardias y trampas peligrosas, pero las superó con habilidad y rapidez.
Finalmente, Luis llegó a la última habitación del castillo, donde encontró a la princesa Ana encerrada en una mazmorra. Estaba sorprendido de ver que la princesa Ana no estaba triste ni asustada, sino más bien tranquila y serena.
Luis la sacó de la mazmorra y empezaron a tratar de salir del castillo. Sin embargo, los guardias empezaron a perseguirlos y no les permitían salir.
En un momento de desesperación, Ana les dijo a los guardias que no eran sus prisioneros, sino sus protectores. Los guardias se sorprendieron al escucharla decir eso, pero luego repentinamente desaparecieron.
Luis y Ana encontraron una puerta secreta detrás de la pared que los llevó a un patio lleno de flores y árboles, donde vivían una gran cantidad de pájaros y animales. Todos eran muy amigables y parecían esperar la paz única.
Luego, Zorath apareció y les habló a Luis y Ana. Les explicó que él era un hechicero bueno y que había estado esperando durante años la llegada de alguien como Luis y Ana, alguien que fuera rápido y astuto y que tuviera un gran corazón. Él necesitaba ayuda para proteger su hogar y que fuera feliz junto a él.
Luis y Ana se dieron cuenta entonces que Zorath no era malvado, sino simplemente diferente. Ellos entendieron que, a pesar de las diferencias entre ellos, podían ser amigos y ayudarse mutuamente.
Finalmente, Luis y Ana regresaron al reino con la noticia de que la princesa estaba sana y salva y con un nuevo amigo en el hechicero Zorath.
A partir de ese día, Luis y Ana visitaban a Zorath todos los años y lo invitaban a su palacio en su reino. Zorath ayudaba a defender el reino e incluso enseñaba magia a los ciudadanos del reino.
Así que, a pesar de las diferencias entre ellos, Luis y Ana aprendieron que podían encontrar amigos en los lugares más inesperados y que un corazón grande y valiente podía atravesar cualquier barrera.