El Príncipe en el Reino de los Espejos

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El Príncipe en el Reino de los Espejos
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El Príncipe en el Reino de los Espejos. Érase una vez en el Reino de los Espejos, donde todo lo que se veía parecía ser real. El cielo era azul claro como el cristal, las flores parecían ser de oro y las nubes parecían copos de algodón. En este Reino, había un príncipe que era muy vanidoso y se pasaba todo el día mirándose en los espejos. Los espejos eran sus mejores amigos y le encantaba ver su imagen reflejada en ellos.

El príncipe tenía un espejo favorito que lo seguía a todas partes. Era un espejo mágico que había sido hecho por un hechicero muy poderoso. Este espejo podía hablar y entender a las personas. El príncipe lo llevaba con él mientras se miraba continuamente en él, y siempre le preguntaba: «Espejo, espejo mío, ¿quién es el más guapo del reino?» y el espejo siempre respondía: «Tú, mi querido príncipe, eres el más guapo del reino».

Un día el príncipe se enteró de que un famoso espejo hecho de diamantes estaba a la venta. El espejo mágico le dijo al príncipe que si compraba ese espejo, podría verse aún más guapo. Entonces, el príncipe envió a sus soldados a buscar el espejo de diamantes y lo trajeron al castillo del príncipe.

Cuando el príncipe vio el espejo de diamantes, se sorprendió mucho. Era el espejo más hermoso que jamás había visto. Pero al ver su imagen reflejada, se sorprendió aún más. Ya no se veía tan guapo como solía ser. Y eso lo molestó mucho.

Pero eso no fue lo peor. A medida que pasaban los días, su reflejo en el espejo comenzó a cambiar. Se veía más viejo y más gordo. El príncipe se preocupó mucho y se aseguró de estar frente al espejo de diamantes todo el tiempo, queriendo que su imagen se viera perfecta, pero todo en vano.

Por más que se esforzaba, su imagen en el espejo seguía siendo la misma. Finalmente, el príncipe se dio cuenta de que no importaba cuántos espejos mágicos tuviera, no podía engañar a la realidad.

Entonces decidió hacer algo al respecto. Empezó a hacer ejercicio, cambió su dieta y comenzó a tomar más jugo de frutas. También comenzó a ser amable y generoso con las personas en el reino, y poco a poco, empezó a sentirse mejor consigo mismo.

Una noche, mientras caminaba por el jardín del castillo, el príncipe se encontró con un anciano. El anciano era muy sabio y supo que el príncipe estaba preocupado. «¿Qué es lo que te preocupa, joven príncipe?» le preguntó el anciano.

El Príncipe explicó su situación y cómo los espejos lo habían hecho sentir menos guapo y feliz. El anciano escuchó con atención y luego sacó un pequeño y viejo espejo de su bolsillo. «Este espejo mágico puede reflejar su verdadero yo» dijo el anciano mientras le entregaba el espejo al príncipe.

El príncipe miró su reflejo en el espejo y se sorprendió al ver lo diferente que era de su imagen en los espejos anteriores. Ya no se veía gordo ni viejo, se veía como él mismo, pero mejor. Entonces, el príncipe se dio cuenta de que la belleza no está solo en el físico, sino también en el interior. Y decidió ser amable y generoso, por el resto de su vida, sin importar cómo se veía.

Desde ese día, el príncipe aprendió a amarse a sí mismo y a las personas a su alrededor. Ya no se obsesionaba con su aspecto físico. Y aunque todavía se miraba en los espejos, lo hacía con la confianza y el conocimiento de que la verdadera belleza viene de adentro.

Y así, el príncipe vivió feliz el resto de sus días, dejando atrás su vanidad y aprendiendo una valiosa lección sobre la belleza interior. Su pequeño espejo mágico nunca lo dejó, y le recordaba todos los días que la verdadera belleza está en uno mismo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Príncipe en el Reino de los Espejos
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