El Príncipe en el Reino del Fuego. Érase una vez, en un lejano reino llamado el Reino del Fuego, vivía un príncipe muy valiente y guapo. El príncipe se llamaba Diego y su padre era el rey del reino. Diego era un joven muy ambicioso, quería ser mejor en todo lo que hacía y no le gustaba perder nunca.
Un día, mientras el príncipe estaba haciendo su entrenamiento diario de combate, un caballero se acercó a él y le dijo que había un dragón en una montaña muy alta que estaba causando muchos problemas en el reino. El dragón estaba quemando los campos de cultivo y aterrorizando a la gente del pueblo. El rey le había ofrecido una gran recompensa a cualquiera que pudiera derrotar al dragón y el caballero le animó a que fuera él quien lo intentara.
Diego aceptó el reto inmediatamente. Sin embargo, cuando comenzó a prepararse para su misión, se dio cuenta de que no tenía ni idea de cómo derrotar a un dragón. Él había luchado contra muchos enemigos, pero nunca había tenido que luchar contra un ser tan grande y peligroso como un dragón.
Entonces, decidió hacer lo que siempre había hecho cuando se enfrentaba a un nuevo desafío: viajar al Reino de la Sabiduría. El Reino de la Sabiduría era un lugar mágico donde vivían los seres más sabios del mundo. Diego había visitado el Reino de la Sabiduría muchas veces antes y siempre había encontrado respuestas a sus preguntas.
Cuando llegó al Reino de la Sabiduría, comenzó a buscar el consejo de los más sabios. Todos le dijeron que no intentara luchar contra el dragón, que era demasiado fuerte para él. Pero Diego no estaba dispuesto a renunciar tan fácilmente. Siguió buscando hasta que finalmente encontró a un anciano sabio que conoció una debilidad del dragón.
El sabio le dijo a Diego que el dragón tenía una debilidad en su pierna izquierda, donde estaba una herida antigua que nunca había sanado correctamente. Si Diego pudiera llegar a esa pierna y atacar, sería capaz de derrotar al dragón.
Diego, muy agradecido por la información, partió hacia la montaña donde vivía el dragón. El viaje fue duro y peligroso, pero finalmente llegó a su destino. Allí estaba el dragón, con las llamas saliendo de su boca y las garras listas para atacar.
Pero Diego no perdió la paciencia. Esperó pacientemente hasta que el dragón estaba lo suficientemente cerca y luego se lanzó contra su pierna izquierda. Gracias a la información que recibió del sabio, Diego pudo encontrar y atacar la debilidad del dragón y finalmente lo derrotó.
La gente del reino, que había estado asustada por el dragón, recibió con alegría al príncipe. Esta victoria hizo a Diego sentirse muy orgulloso. Había encontrado una solución para un problema difícil y había ayudado a su pueblo. Pero también aprendió una valiosa lección: que a veces, el consejo sabio de alguien más es la clave para resolver los problemas.
El príncipe regresó a su hogar en el Reino del Fuego, donde se convirtió en un gobernante más sabio y compasivo. Ya no se apresuraba a tomar decisiones y escuchaba los consejos de los demás. Y su pueblo lo amaba aún más por eso.
Desde entonces, Diego visitó el Reino de la Sabiduría muchas veces más, siempre buscando su consejo cuando enfrentaba nuevos desafíos. Y siempre recordó la lección que había aprendido cuando derrotó al dragón: que no hay vergüenza en pedir ayuda, y que a veces, la sabiduría de los demás es la clave para alcanzar el éxito.