El Príncipe y el Arcoiris. Érase una vez un Príncipe llamado Alejandro quien era muy feliz y amado por todos en su reino. Él tenía todo lo que deseaba, pero su corazón anhelaba algo especial. Un día, mientras paseaba por un hermoso jardín, vio un magnífico arcoíris que estaba elevado en el cielo con sus colores brillantes y hermosos.
El Príncipe quedó maravillado por la belleza de este arcoíris y se dio cuenta que este era lo que su corazón había estado buscando. Pero, cada vez que intentaba acercarse al arcoíris, éste se desvanecía y desaparecía en el cielo.
Desesperado por encontrar el arcoíris, el Príncipe decidió viajar al final del reino donde creía que encontraría una respuesta. En su camino, se encontró con muchos seres mágicos quienes le dijeron que si quería encontrar el arcoíris, debía seguir su corazón y creer en sí mismo.
Más tarde, durante su viaje, el Príncipe encontró a un mago quien le dio un consejo valioso. «Si quieres encontrar el arcoíris tienes que buscar la clave mágica que te llevará hasta él.» Dijo el mago.
El Príncipe se sintió esperanzado y preguntó: «¿Dónde puedo encontrar la clave mágica?» El mago le respondió que tendría que buscar en los lugares más inesperados y estar atento a las señales mágicas del camino.
El Príncipe decidió entonces seguir las palabras del mago. Durante su viaje se encontró con muchos obstáculos, algunas personas trataban de engañarle ofreciéndole la clave mágica a cambio de dinero o bienes, pero el Príncipe se dio cuenta de que la clave no podía comprarse y debía ser encontrada por su cuenta.
Finalmente, llegó a una aldea, donde las personas eran muy amables y acogedoras. Mientras comía en una taberna, el Príncipe escuchó a una mujer que cantaba una canción hermosa que hablaba del arcoíris mágico que aparecía en una cascada en el bosque más profundo del reino.
El Príncipe se alegró al escuchar esto y supo que había encontrado la señal mágica que estaba buscando. Decidió inmediatamente seguir la canción y explorar el bosque en busca del arcoíris.
Después de horas de caminar por el bosque, el Príncipe encontró la cascada y frente a ella, un guardián mágico quien lo miró con otra mirada de asombro. «¿Qué estás haciendo aquí?» Dijo el guardián, «Este es un lugar peligroso para los seres humanos».
El Príncipe le explicód que había estado buscando el arcoíris todo este tiempo, y que esta cascada era la puerta a su sueño.
Entonces, el guardián le respondió: «Para ver el arcoíris, tienes que completar tres tareas, la primera es encontrar un camino secreto detrás de la cascada que te llevará a una cueva oscura, y allí deberás encontrar la piedra mágica que brilla en la oscuridad. La segunda tarea es que debes liberar a una princesa del reino de la oscuridad quien ha sido atrapada por la malvada reina malvada, y por último, deberás encontrar un camino a través de un laberinto mágico.»
El Príncipe hizo todo lo que le fue dicho, incluso superó el laberinto mágico con éxito, lo que requería mucho coraje y habilidad. Finalmente, llegó a un valle verde y en el centro de éste, había un arcoíris gigante que giraba en el aire.
El Príncipe estaba tan emocionado que corrió hacia el arcoíris y lo abrazó con todas sus fuerzas. Entonces, el arcoíris se desvaneció y se transformó en un ave majestuosa que volaba en el aire, alejándose en la distancia.
El Príncipe estaba triste por un momento, pero luego recordó todas las instrucciones mágicas que le dieron en su viaje y se sintió agradecido por todas las experiencias asombrosas que había tenido.
Regresó a su reino y le contó a todos sus aventuras. Lo que no sabía era que su viaje había cambiado su corazón y se había convertido en un Príncipe más amoroso y compasivo, y todos lo admiraban aún más.
Y así, el Príncipe Alejandro siempre recordó la lección de que el camino hacia la realización de nuestros sueños puede ser difícil pero la gratificación de encontrarlos es el mejor regalo que podemos recibir. Y cuando veía otro arcoíris en el cielo, se alegraba sabiendo que ya había encontrado el arcoíris mágico que estaba buscando, dentro de su corazón.