El Príncipe y la Cenicienta

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El Príncipe y la Cenicienta
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El Príncipe y la Cenicienta. Érase una vez en un reino maravilloso, habitaba un príncipe muy guapo y bondadoso, pero a quien todavía no había encontrado su verdadero amor.

Por otro lado, vivía una hermosa joven, que no era de noble cuna, pero tenía un gran corazón que se llamaba Cenicienta. Ella era una chica muy dulce y trabajadora que vivía en una pequeña casa con su madrastra y sus dos hermanastras.

La madrastra de Cenicienta y sus hermanastras la atormentaban, le hacían lavar los platos, hacer la limpieza y los quehaceres de la casa. Pero, Cenicienta nunca perdió la esperanza de conocer a su príncipe azul, alguien que la amara por quien ella era por dentro.

Un día, llegó la noticia de que el príncipe daría un gran baile en su castillo, y que todas las jóvenes del reino estaban invitadas. Cenicienta se emocionó muchísimo, y comenzó a soñar con la idea de conocer al príncipe en persona.

Pero la madrastra y las hermanastras le prohibieron ir, incluso le decían que no era lo suficientemente bonita ni elegante para asistir a tal evento. Cenicienta, triste y desanimada, se quedó en casa llorando.

Justo cuando ella creía que ya no había esperanza, apareció su hada madrina. La hada madrina le preguntó qué era lo que la hacía llorar, y cuando lo supo, se puso manos a la obra para solucionar su problema. Convirtió una calabaza en una hermosa carroza, seis ratones en hermosos caballos, y su vestido viejo en un hermosísimo vestido de color azul, como el cielo.

Antes de irse, el hada le dio una advertencia: debía volver antes de la medianoche, ya que la magia no duraría para siempre.

Así, Cenicienta llegó al castillo, luciendo como una princesa, y el príncipe no pudo dejar de mirarla. Quedó enamorado de ella de inmediato. La joven bailaba y reía, presa de la felicidad por haber conocido al príncipe.

La noche pasó volando, y antes de que se diera cuenta, Cenicienta escuchó las campanadas de media noche. Rápidamente, corrió hacia la salida, perdiendo uno de sus zapatos al salir y regresó a su casa antes de que su apariencia volviera a la normalidad.

El príncipe, enamorado, decidió encontrar a la dueña del zapato perdido. Y comenzó una gran búsqueda de la mujer que calzaba ese zapato. Hizo que TODAS las mujeres del reino lo probaran, pero ninguna era la propietaria de aquel calzado.

Finalmente, llegó a la casa de Cenicienta, y una de las hermanastras intentó calzarse el zapato. Pero era demasiado grande para ella. Luego, llegó el turno de la otra hermana, pero tenía el pie demasiado grande para el zapato.

Finalmente, llegó el turno de Cenicienta, y el zapato le calzó perfectamente. El príncipe, feliz de que ella era la dueña de aquel zapato, la hizo su princesa.

Los dos se casaron y vivieron felices para siempre. Cenicienta se había convertido en princesa, y su gran corazón y su belleza interior habían sido lo que enamoró al príncipe.

La madrastra y las hermanastras no asistieron a la boda, pero Cenicienta les perdonó por todo el maltrato y las invitó a vivir con ella en el castillo.

De esta manera, Cenicienta se convirtió en un gran ejemplo de perseverancia, paciencia y bondad para todos. Y el príncipe encontró el amor verdadero gracias a la gran corazón y la humildad de una joven que se convirtió en su princesa. Y así, juntos vivieron felices para siempre.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Príncipe y la Cenicienta
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