El pulpo y el pulpo de juguete. Érase una vez en el fondo del mar un pulpo llamado Ocho que era muy curioso y aventurero. Ocho era un pulpo muy inteligente que siempre estaba explorando nuevas cuevas y aprendiendo cosas nuevas, pero tenía un gran problema, siempre estaba muy solo.
Un día, mientras Ocho nadaba en busca de nuevas aventuras, encontró un pequeño pulpo de juguete flotando en el agua. Era amarillo y tenía los tentáculos cortados. Ocho se acercó al juguete y notó que estaba muy sucio y parecía haber sido olvidado por su dueño en el fondo del mar.
Ocho decidió llevarlo consigo y lo limpió con sus tentáculos, le puso nombre y lo llamó Ocho Junior. Desde ese día, Ocho y Ocho Junior se convirtieron en amigos inseparables. Juntos exploraron cada rincón del fondo del mar y se divirtieron mucho.
Ocho enseñó a Ocho Junior todo lo que sabía del mar y el juguete de pulpo lo escuchaba con atención. Un día, mientras jugaban a esconderse en una cueva, Ocho Junior notó a lo lejos unas luces muy brillantes que parecían estrellas en el fondo del mar. Ocho Junior no podía creer lo que veía, nunca había visto algo así antes.
– ¿Qué es eso, Ocho? –preguntó asombrado.
– Eso es una ciudad submarina –respondió Ocho–. Es la ciudad de los humanos, ellos la construyeron para estudiar y observar el fondo del mar.
Ocho Junior estaba fascinado, nunca había visto nada igual. Ocho, que ya había visitado la ciudad submarina antes, sabía que en la ciudad había muchos juguetes y objetos que los niños habían perdido mientras jugaban en la playa. Así que decidieron nadar hacia allí para buscar juguetes nuevos y divertirse.
Cuando llegaron a la ciudad submarina, encontraron muchos juguetes perdidos, como pelotas, muñecas, y carritos. Pero lo que más llamó la atención de Ocho Junior fue un pequeño submarino de juguete azul que flotaba cerca de ellos. Sin pensarlo dos veces, Ocho Junior se subió al submarino y empezó a explorar.
El submarino era muy divertido, tenía muchas funciones y botones para presionar. Ocho Junior estaba encantado, pero cuando intentó salir del submarino, se dio cuenta de que el juguete estaba atascado y no podía salir. Ocho, preocupado por su amigo, trató de ayudarlo, pero no pudo liberarlo.
De repente, apareció una niña en el fondo del mar que estaba buscando su submarino de juguete perdido. Cuando vio a Ocho Junior atrapado, se acercó y lo liberó con facilidad. Ocho Junior estaba muy agradecido, pero la niña estaba asustada y sorprendida por encontrar a un pulpo gigante y un pulpo de juguete viviendo en el fondo del mar.
Ocho, que era muy astuto, llevó a la niña a una cueva cercana y le mostró todas las cosas que había aprendido acerca del mar, le mostró cómo se comunicaba con otros animales y le explicó cómo usaba su camuflaje para protegerse de los depredadores. La niña escuchaba fascinada cada palabra que decía Ocho.
Cuando la niña se dio cuenta de todas las cosas que Ocho y Ocho Junior hacían en el mar, se dio cuenta de que siempre había sido mezquina y no valoraba la belleza del mar. Agradecida por todo lo que había aprendido ese día, la niña tomó su submarino de juguete y se despidió de sus nuevos amigos prometiendo que nunca volvería a dañar el hábitat marino.
Desde ese día, Ocho y Ocho Junior exploraron el fondo del mar con nuevos amigos y aprendieron muchas cosas nuevas. La niña regresaba al mar a menudo y aprendía todo lo que podía del maravilloso mundo submarino. Ocho y Ocho Junior se sentían muy felices, ya no estaban solos y habían encontrado nuevas aventuras y amistades que los acompañarían para siempre.
