El Ratón Curioso

Tiempo de lectura: 4 minutos

El Ratón Curioso
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

El Ratón Curioso. Érase una vez en un bosque encantado, habitado por animales de todo tipo, especialmente por ratones. Entre ellos, había uno muy especial llamado Curioso, que siempre estaba explorando nuevos lugares y descubriendo cosas interesantes.

Un día, mientras Curioso daba un paseo, llegó a un lugar bastante extraño. Era una especie de edificio nuevo que nunca había visto antes. Al ver las paredes de vidrio, quedó totalmente fascinado. Siempre había oído hablar de los humanos, pero nunca los había visto en acción. ¿Qué estaría sucediendo en ese lugar?, se preguntó.

El ratón decidió esconderse y ver qué sucedía. Cuidadosamente, se arrastró por uno de los agujeros en la pared del edificio. Al entrar, se quedó impresionado con lo que vio. Un grupo de humanos estaba sentado junto a una mesa, discutiendo y riendo, mientras otros estaban ocupados preparando deliciosos platos de comida. De hecho, la comida olía deliciosa, lo que hizo gruñir su estómago.

El ratón se esforzó por no hacer ruido mientras observaba. Entonces, vio algo curioso que nunca había visto antes. Uno de los humanos colgaba unas extrañas bolsas de piel en una rama cercana. Se acercó para verlas de cerca y se dio cuenta de que estaban llenas de semillas y frutos secos. Estaba tan emocionado que no pudo resistirse a la idea de darse un festín.

Comenzó a saltar y a jugar con las bolsas, moviéndolas de lado a lado. Pero en un descuido, una de ellas cayó al suelo, derramando todas las semillas y los frutos secos en el suelo. El ratón, nervioso, decidió hacerse invisible, pero era demasiado tarde. Uno de los humanos lo vió y comenzó a perseguirlo por todo el edificio. El ratón corrió por toda la habitación, evadiendo todo tipo de cosas que se cruzaban en su camino, esquivando los golpes que los humanos lanzaban a su paso.

Finalmente, después de varios minutos de carrera, el ratón salió corriendo del edificio, a salvo. Sin embargo, se sintió realmente afligido por lo sucedido. Sabía que no debía haber sido tan curioso y debía haberse mantenido en el bosque.

Al día siguiente, mientras el ratón Curioso descansaba junto al árbol, decidió hacer algo que nunca había hecho antes: pedir disculpas. Sabía que había causado un problema y quiso expresar su arrepentimiento.

Así que, con el corazón en la mano, se acercó al edificio y, arrodillándose, miró hacia la ventana. Allí, uno de los humanos lo vió nuevamente y no dudó en capturarlo. El ratón estaba temblando, imaginando lo que le iban a hacer ese día. Pero, nunca se había sentido tan agradecido como cuando el hombre lo soltó al lado del edificio y le dio un trozo de queso en señal de amistad. Desde ese día, él aprendió a respetar la privacidad de los humanos.

Años después, mientras el ratón Curioso era venerado por muchos animales en el bosque, recordaba con cariño aquella edificación llena de humanos. Decidió que, aunque siempre tuvo curiosidad por los humanos, nunca volvió a acercarse a ellos. Aprendió de su experiencia y con ello, aprendió lo que es el respeto.

Y así, el ratón Curioso vivió feliz para siempre, compartiendo su sabiduría con todo el reino animal y mostrándoles que cada ser vivo debe mantener ciertas distancias para evitar enemistadas y respetar el territorio y la privacidad de todos. ¿Y saben algo?, todos lo amaban aún más por ello.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Ratón Curioso
¿Te ha gustado «El Ratón Curioso»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir