La araña y la mosca

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La araña y la mosca
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La araña y la mosca. Érase una vez en un bosque muy grande y tupido, una araña pequeña y amigable llamada Aracely. Vivía en una cueva muy cómoda y calentita, que había creado entre los arbustos. Aracely solía pasar horas y horas tejiendo y comiendo insectos que se acercaban a su cueva.

Un día, mientras tejía su tela, llegó una mosca muy cansada y hambrienta a la cueva de Aracely. La mosca había estado volando por horas y no había encontrado nada para comer. La araña, al verla tan desesperada, le dijo:

– ¡Hola! ¿Cómo estás? Veo que estás muy cansada y hambrienta. ¿Qué te sucede?

– Estoy buscando algo para comer, pero no encuentro nada por aquí -respondió la mosca con voz triste-. Me siento tan mal y sola.

La araña Aracely sintió pena por la mosca, así que decidió ofrecerle una solución:

– No te preocupes amiga, yo puedo ayudarte. Tengo algunas moscas más capturadas en mi tela. ¿Por qué no compartimos juntas un poco de comida y hacemos nuevas amistades?

La mosca sorprendida, no podía creer lo que había escuchado. Había oído historias sobre lo peligrosas que eran las arañas, y que siempre las cazaban y las comían. Pero, la araña Aracely no era como las demás. Era amable y compasiva. La mosca sintió confianza en su nueva amiga.

Aracely liberó a las moscas que había atrapado y ambas compartieron la comida juntas. Después de un tiempo, la mosca y la araña se hicieron muy amigas y solían pasar mucho tiempo juntas. La mosca se sentía muy afortunada de haber encontrado a una amiga como Aracely, quien demostraba amor y compasión hacia los demás.

Un día, mientras caminaban por el bosque, se encontraron con un caracol desconsolado. El caracol decía que se había perdido en el bosque y no podía encontrar su casa. La mosca y la araña sabían que debían ayudarlo. Entonces, le ofrecieron su amistad y juntas formaron un equipo para encontrar al caracol su casa.

Después de caminar un rato, encontraron la casa del caracol. Se había ubicado en un lugar que el caracol ya no recordaba. La mosca y la araña se aseguraron de que el caracol llegara a su casa y de que no se alejara de la zona del bosque en la que vivía. Él estaba muy agradecido y lleno de alegría.

A medida que continuaban explorando el bosque, se encontraron con varios animales que necesitaban ayuda. Desde un conejito que había perdido su comida, pasando por un pajarito enfermo y rodeados de moscas negras, hasta un búho que lloraba porque no podía dormir durante el día. Juntos, trabajaron juntos para cuidar de ellos y hacerlos sentir mejor.

La mosca y la araña estaban muy felices de haber ayudado a tantos animales en su camino. La mosca aprendió que ser amable y compasivo con los demás puede cambiar todo a mejor en la vida de muchos. A su vez, Aracely, la araña, se sintió muy orgullosa por haber transmitido sus valores a su nueva amiga. Sabía que había ayudado a fomentar la empatía y la amabilidad en la mosca.

Entonces, los tres amigos decidieron reunirse de vez en cuando en el bosque, para ayudar a los demás animales que se encontraran en situaciones similares. Juntos, formaron un poderoso equipo que siempre estaría dispuesto a enfrentar cualquier desafío que aparecería en la vida.

De esta manera, la mosca aprendió una importante lección sobre la empatía, la amabilidad y la compasión en la vida. Y, por suerte, siempre contarían con el apoyo de su amiga Aracely, la araña.

Así, concluye esta maravillosa historia sobre la importancia de ser amable, compasivo y empático con los demás en nuestra vida. Todos podemos aprender y compartir esos valores, sin importar quién seamos, de donde venimos o a qué nos dedicamos. ¡Una mente y un corazón compasivo pueden marcar la diferencia!

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La araña y la mosca
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