La aventura del caballo y el dragón. Hace mucho tiempo, en un lugar lejano y mágico, vivía un caballo llamado Cometa. Era el más majestuoso y veloz del reino, y su pelaje blanco y suave hacía que todos los demás animales lo vieran con envidia.
Un día, mientras pastaba en un campo cercano, Cometa escuchó un rugido terrible proveniente de la montaña que se elevaba sobre el bosque. Pensando que alguien podría estar en peligro, corrió hacia la montaña para investigar.
Al llegar a la base de la montaña, Cometa descubrió un enorme dragón de escamas verdes, con garras afiladas y ojos rojos y brillantes. El dragón estaba atrapado en una red gigante, y su rugido era una súplica de ayuda.
Cometa, preocupado por la seguridad del dragón, se acercó con prudencia. El dragón, sintiendo la presencia amistosa del caballo, le pidió ayuda para liberarse de sus ataduras.
Cometa, que no era muy fuerte, decidió buscar ayuda para liberar al dragón. Corrió hacia el pueblo más cercano y reunió a un grupo de animales valientes: un perro, un zorro y una vaca.
Juntos, el grupo volvió a la montaña y trabajó durante horas para deshacer la red enredada alrededor del dragón. Cuando finalmente lograron liberarlo, el dragón les agradeció y les hizo una oferta: si alguno de ellos alguna vez necesitaba ayuda, él estaría allí para ayudarlos.
Cometa se emocionó al escuchar esto, y prometió al dragón que siempre estaría allí si alguna vez necesitaba ayuda. El dragón sonrió y voló hacia el cielo, libre una vez más.
En los años siguientes, Cometa y sus amigos tuvieron muchas aventuras juntos, pero nunca necesitaron la ayuda del dragón.
Un día, sin embargo, Cometa fue a explorar un bosque por su cuenta. Mientras pastaba en un prado, de repente se sintió atrapado en un cenagal profundo y pegajoso. Por más que luchaba, no podía liberarse, y se hundía cada vez más.
Cometa estaba aterrorizado y abandonado en el medio del bosque, sin nadie que pudiera ayudarlo. Fue entonces cuando recordó la oferta del dragón, y llamó en su mente, «¡Dragón, si alguna vez necesité de tu ayuda, es ahora!»
En un abrir y cerrar de ojos, el dragón apareció, con sus alas abiertas y una sonrisa en su cara. Miró a Cometa y dijo: «Te prometí que siempre estaría aquí si alguna vez necesitabas ayuda. Levántate sobre mi espalda, amigo mío, juntos podemos vencer cualquier obstáculo.»
Cometa subió tembloroso a la espalda del dragón, y juntos volaron sobre el bosque hasta llegar a la orilla. Allí, el dragón liberó a Cometa de su prisión de barro, y le sonrió.
Cometa entendió que un amigo de verdad siempre está a tu lado, sin importar si es un caballo o un dragón, y que la aventura siempre puede ser más mágica si tienes a alguien a tu lado. Con su risa intacta y su pelaje resplandeciente, se prometió que siempre buscaría la ayuda de un amigo en momentos de necesidad, y que siempre estaría ahí para quien le pidiese ayuda.
El dragón también aprendió mucho de Cometa, vio lo leal, valiente y perseverante que podía ser un amigo ante una situación difícil y desafiante. A partir de ese día, ambos animales se volvieron inseparables, compartieron muchas aventuras juntos y enseñaron a todos los demás animales del reino la importancia de la amistad, el coraje y la lealtad.