La Aventura del Dragón y la Hada. Hace mucho tiempo, en el reino mágico de Veloria, vivía un poderoso dragón llamado Smaug. Tenía escamas doradas, grandes alas y afiladas garras que daban miedo a los habitantes del reino. Smaug no era un dragón común, era el más grande y antiguo de todos los dragones que jamás habían existido en Veloria. Su aliento de fuego podía quemar todo a su paso y su rugido estremecía las montañas.
Los habitantes del reino vivían en constante temor de Smaug, ya que sabían que si se enfurecía, quemaría sus hogares y campos. Por lo que, para evitar su enojo, cada año debían llevar ofrendas en forma de tesoros a su guarida en la Mina de Oro. Pero esto no detenía la furia del dragón, que cada vez demandaba más y más riquezas.
Cierto día, uno de los habitantes del reino, un joven valiente llamado César, decidió enfrentarse a Smaug. No podía soportar ver cómo su pueblo vivía en constante miedo y sufrimiento. César sabía que su rey había intentado acabar con Smaug en varias ocasiones, pero todos los intentos habían sido en vano.
Decidido a enfrentarse al dragón, César se armó con una espada y un escudo, y partió en busca de la Mina de Oro. Durante su viaje, César se detuvo en varios pueblos para hablar con la gente y obtener información sobre el dragón. Todos le dijeron que estaba loco y que era mejor no molestar al dragón.
Finalmente, César llegó a la entrada de la Mina de Oro, donde notó que varios hombres habían dejado las ofrendas para Smaug. Pero, en lugar de dejar su tesoro, César decidió guardar su espada en el lugar donde los demás dejaban sus ofrendas, sabiendo que era la única oportunidad de sorprender al dragón.
Smaug, sintiendo el olor del oro, llegó a su guarida. Al entrar, se dio cuenta de que algo había cambiado: no había oro donde debía estar. Miró a su alrededor y, en ese momento, César salió de su escondite e hizo un ruido con su escudo.
Smaug rugió con fuerza, la tierra tembló y el fuego salió de su boca. César, con valentía, se mantuvo firme y desató su espada, entonces se acercó a Smaug. El dragón, sorprendido por la valentía del joven, lo observó fijamente por un momento, en silencio. César, sin temor, se acercó lentamente a Smaug y le habló con voz calmada y tranquilizadora.
– Smaug, escucha -dijo César-. Eres un ser poderoso y temido por todos. Pero esto no es lo que queremos. Queremos un reino en paz, donde el mal no tenga lugar, donde los habitantes del reino no deban vivir con miedo. Es cierto que tienes el poder de destruir todo a tu paso, pero, ¿y si usamos tu poder para defender el reino? Podemos trabajar juntos, mano a mano, para hacer del reino de Veloria un lugar mejor para todos, ¿qué dices?
Smaug, en shock por las palabras de César, quedó en silencio durante unos segundos. Cierto es, que a lo largo de tanto tiempo, Smaug nunca había escuchado una petición como aquella. Lentamente, el dragón comenzó a comprendre que no solo era un ser temido sino que también podía ser valorado, y en ese mismo instante sintió en su corazón el poder del amor y la amistad.
Finalmente, el dragón habló. – Joven César, tienes razón -dijo Smaug-. Podemos trabajar juntos por un reino más justo y en paz. Juro que, a partir de hoy, usaré mi poder para defender las tierras de Veloria y sus habitantes. Haré todo lo que esté en mi poder para hacer del reino un lugar mejor.
Desde ese día en adelante, Smaug trabajó con César y con los demás habitantes del reino para defenderlo de los peligros externos y promover la paz y la armonía. Los habitantes de Veloria miraron al dragón con nuevos ojos y pronto comenzaron a considerarlo como un aliado, y no como un enemigo. Incluso, llegaron a nombrarlo como el guardián del reino y lo idolatraron por su valentía.
Así, gracias a la valentía y la sabiduría de un solo hombre, César, el reino de Veloria encontró la paz que estaba buscando. Y gracias al valor, la determinación del dragón Smaug, el reino tuvo un defensor incondicional, que no solamente mostró su fuerza sino su capacidad de amar y de estar junto a quienes lo necesitan. Aunque no todos estaban seguros de esta nueva amistad, César logró cambiar la historia de Veloria y liberarla de todos aquellos temores que la aquejaban.