La aventura en el castillo encantado de Halloween. Érase una vez una pequeña ciudad llamada Fleurbourg donde cada año se organizaba una fiesta de Halloween en un nuevo lugar. Este año la fiesta se llevaría a cabo en el castillo encantado que se encontraba en lo alto de una colina al sur de la ciudad.
La emocionante noticia corrió rápidamente por toda la ciudad y los niños comenzaron a planear sus disfraces para la gran noche de Halloween. Pero no todos estaban contentos con la elección del castillo como lugar de la fiesta, ya que se decía que estaba encantado por una bruja malvada que vivió allí hace muchos años y que todavía rondaba por los alrededores.
No obstante, los organizadores de la fiesta aseguraron que habían investigado el castillo y no había nada peligroso en él, así que todos los habitantes de Fleurbourg se prepararon para la celebración.
El día de la fiesta llegó y los niños, con sus disfraces de vampiros, brujas, esqueletos y fantasmas, comenzaron a subir la colina en dirección al castillo encantado. Al llegar a la entrada, los niños se sorprendieron de lo grande que era y lo hermoso que se veía iluminado por antorchas y luces de colores.
Una vez dentro, los niños comenzaron a jugar juegos y a disfrutar de los deliciosos dulces que se repartían por todo el castillo. Todo estaba bien hasta que llegó la hora de la cena cuando el castillo comenzó a temblar y las luces empezaron a parpadear.
De repente, una figura apareció en la puerta del comedor, una figura vestida como una bruja malvada, que burla de los niños y les dice que habían caído en su trampa, los había llevado al castillo para que les hiciera pagar por lo que la gente de la ciudad hizo a ella muchos años atrás.
Los niños comenzaron a gritar y salir corriendo en todas direcciones, pero no encontraban salida, parecía que el mismo castillo había tomado vida. De pronto, un grupo de aves negras comenzaron a volar en círculos sin sentido, y las luces se apagaron una por una, mientras una voz extraña comenzaba a reír.
Los niños estaban asustados y no sabían qué hacer, pero entonces apareció una pequeña niña llamada Lola, que parecía saber algo sobre el castillo. Lola les dijo que había investigado el castillo antes de venir y que había descubierto una solución para que todos pudieran escapar.
Así fue que Lola guió a los niños por los oscuros pasillos del castillo y, finalmente, llegaron a una habitación secreta debajo del sótano. La habitación estaba llena de polvo y moho, pero allí encontraron lo que Lola había estado buscando, una llave dorada.
Lola tomó la llave y la llevó hasta la puerta que daba a la entrada del castillo. La puerta estaba cerrada con una gran cerradura, pero la llave dorada encajó perfectamente y la puerta se abrió de par en par.
Los niños salieron corriendo hacia la ciudad, mientras las aves negras y la risa extraña iban quedando atrás. Al llegar a la ciudad, los niños estaban radiantes por haber escapado del castillo, y decidieron seguir celebrando la noche de Halloween juntos en la plaza principal.
Allí, los niños se contaban sus historias y se divertían con los juegos que habían traído consigo. De repente, un niño gritó de alegría al ver un sombrero antiguo llamativo, algo que parecía haberse quedado contagiado del encanto del castillo, y los demás niños corrieron a verlo.
Era una sorpresa final, la bruja infiltrada en la fiesta llevándoles una dulce gran final, con sombras de luces y risas de felicidad, la noche de Halloween había sido un éxito. Así todos volvieron a sus casas pero nunca olvidaron la maravillosa historia de Halloween del castillo encantado.