La bruja de la torre encantada

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La bruja de la torre encantada
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La bruja de la torre encantada. Érase una vez en una tierra lejana y mágica, una torre muy alta y esbelta que se alzaba sobre los árboles del bosque frondoso. Aquella torre estaba habitada por una bruja malvada que había sido desterrada por su propia gente por causar estragos en la región. La rumorología popular hablaba de que la torre estaba encantada y que cualquiera que osara entrar en ella no volvería a salir jamás.

Cierto día, un joven llamado Gabriel, de tintes aventureros, decidió desvelar el misterio que rodeaba a la torre encantada y adentrarse en ella. Se preparó para la travesía y se despidió de sus seres queridos no sin antes dejarles promesa de volver con historias muy interesantes para contar. Sin embargo, cuando llegó a la torre, se encontró con una situación extraña.

En lugar de encontrarse la torre sombría y tétrica que esperaba, Gabriel encontró una torre de aspecto muy cálido y acogedor, de piedra en tonos ocre y recubierta de amplias ventanas de vitrales que dejaban pasar la luz del sol. No era nada como lo que había imaginado, por lo que decidió seguir adelante con su exploración.

Subió los escalones que llevaban a la puerta de entrada y al abrirla encontró a la bruja que se le quedó mirando fijamente. Estaba muy sorprendido de que en lugar de ser una vieja y arrugada, tal como las historias de la región hacían creer, la bruja era una joven muy hermosa. Gabriel se desconcertó un poco, pero rápidamente se animó y preguntó qué hacía ella en el lugar.

La joven respondió, «Soy la Bruja de la torre encantada, ¿qué te trae aquí, Gabriel?». Él se sintió un poco torpe, pero decidió responder que estaba interesado en conocer el lugar y que había venido solo de visita.

La bruja lo invitó a pasar y explorar la torre. Le explicó que ella estaba encargada de proteger la torre y que aquella que una vez fuera malvada ahora había cambiado. Gabriel no pudo creer lo que estaba escuchando, pero después de un rato comprendió que había una historia más profunda que lo que contaban los vecinos de la región.

La bruja lo llevó a través de las escaleras de caracol hacia la parte superior de la torre y juntos disfrutaron de una vista maravillosa del paisaje circundante. Gabriel aprendió mucho sobre la historia de la región y las razones por las que la gente se había alejado de la torre encantada.

Cuando llegó el momento de despedirse, Gabriel se sintió atravesado por una profunda tristeza. Había encontrado algo especial en aquella torre y en la mujer que la habitaba, y le resultaba difícil comprender por qué la gente la temía tanto.

La bruja le regaló al joven un libro de hechicería y le explicó que, aunque ella se había alejado de la magia malvada, seguía interesada en el arte y el saber místico, por lo que no veía ningún problema en enseñar algunos hechizos benignos. Gabriel se despidió, agradecido por la experiencia y movedizo, prometió volver algún día.

Y así, después de su regreso a casa, Gabriel diseccionó cada página del libro de hechicería en su intento de comprender las sombras de la magia y las diferentes formas en las que se podía utilizar. Se adentró profundamente en aquel mundo oscuro, pero siempre bajo el tutelaje de la Bruja de la torre encantada, que le ofrecía la luz de su conocimiento.

Algún tiempo después, Gabriel entendió que no existen límites para la magia, y que debía tener un debido respeto por ella. Él se convirtió en un verdadero mago, y regresó a la torre encantada con la intención de enseñar la brujería sin hacer daño a nadie. Desde entonces, la región prosperó con la presencia de Gabriel y la Bruja de la torre encantada, y la gente al fin aprendió a valorarlos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La bruja de la torre encantada
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