La bruja y el arco iris dorado. Érase una vez, en un lejano bosque, habitaba una bruja llamada Morgana. Era una mujer bastante solitaria, que vivía en una cabaña al pie de una montaña. Morgana era conocida en todo el bosque como una bruja mala y peligrosa, capaz de hacer hechizos malvados para conseguir lo que quería.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Morgana vio algo que la sorprendió. Un arco iris completo, con todos los colores del espectro, apareció justo delante de ella. Morgana, que nunca había visto un arco iris, quedó maravillada por su belleza y decidió que lo quería para ella sola.
Morgana, con su habilidad en la magia, intentó atrapar el arco iris, pero cada vez que intentaba tomarlo, este desaparecía como por arte de magia.
Día tras día, Morgana intentaba conseguir el arco iris de una u otra forma, pero nunca lograba su objetivo. Pasó meses intentando atrapar el arco iris hasta que un día lo logró. Después de mucho esfuerzo y dedicación, logró encerrar el arco iris dorado en un frasco de cristal.
Morgana decidió poner el frasco en un lugar seguro, en su cabaña, para que nadie pudiera robárselo. Una noche, mientras descansaba en su cama, Morgana escuchó un ruido extraño, como si alguien estuviera entrando en su hogar.
Al levantarse y buscar por toda la cabaña, Morgana se dio cuenta de que el frasco con el arco iris dorado no estaba donde lo había dejado. Morgana se puso furiosa. Después de todo su esfuerzo y trabajo, alguien había robado su preciado tesoro.
Salió de su cabaña, recorriendo todo el bosque en busca del ladrón. Fue entonces cuando, de repente, escuchó a un grupo de animales que hablaban sobre una misteriosa mujer que estaba vendiendo un arco iris dorado en el mercado.
Morgana, sabiendo que ese arco iris dorado era suyo, se dirigió al mercado. Allí, vio a la mujer vendiendo el frasco con su preciado arco iris. Enfadada y decidida a recuperar lo que era suyo, se abrió paso entre la multitud y se acercó a la mujer.
– Este arco iris es mío – dijo Morgana, furiosa – yo lo creé, y nunca debería haber sido robado.
La mujer, mirando a Morgana con asombro, le explicó que ella no lo había robado sino que lo había encontrado en el bosque. Al principio, Morgana no creyó las palabras de la mujer, pero después de mirarla a los ojos, supo que decía la verdad.
Entonces, Morgana recordó todas las cosas maravillosas que había perdido por estar centrada en su obsesión por el arco iris. Sin amigos ni amor, solo ella y su obsesión. Sin embargo, ahora sabía que el arco iris dorado era un tesoro compartido y no algo que se pudiera poseer únicamente.
Después de conversar con la mujer durante un rato, Morgana decidió perdonarla y dejar el frasco con el arco iris dorado. Y, desde entonces, Morgana se dio cuenta de que no necesitaba la posesión del arco iris para encontrar la felicidad. Los animales del bosque empezaron a acercarse a su cabaña, y Morgana finalmente tuvo compañía y amor.
Cada vez que veía el arco iris dorado en el cielo, Morgana se acordaba de aquella tarde en el mercado y de todo lo que había aprendido. Nunca más quiso apoderarse de algo que no le pertenecía y prometió siempre compartir lo que tenía con los demás.
Y la bruja Morgana, su cabaña y todos los animales del bosque nunca más se sintieron solos. Juntos, formaron una gran familia, donde la generosidad y la amistad eran los valores más importantes.