La bruja y el cielo estrellado. Érase una vez una bruja solitaria que vivía en una pequeña cabaña en lo profundo del bosque. Todos los días, la bruja salía al bosque para buscar ingredientes para sus pociones y hierbas para sus remedios. Pasaba sus noches viendo las estrellas y soñando con una vida más emocionante. Si bien amaba su hogar en el bosque, anhelaba aventuras y nuevas experiencias.
Una noche, cuando la bruja estaba afuera mirando las estrellas, notó algo extraño. Una estrella repentinamente comenzó a parpadear con un brillo inusualmente fuerte. La bruja se frotó los ojos, pensando que podía ser solo su imaginación, pero la estrella continuó parpadeando. Intrigada, decidió que debía descubrir el misterio detrás de este extraño evento. Decidió seguir la estrella parpadeante.
Corrió hacia su cabaña para prepararse para la aventura. Agarró su sombrero de bruja y una pequeña bolsa de pociones, luego salió corriendo hacia el bosque. La estrella se había movido un poco, así que la bruja tuvo que correr para poder atraparla. Finalmente, después de una hora de correr y seguir la estrella parpadeante, llegaron a una pequeña cabaña. La estrella brillaba intensamente sobre ella.
La bruja se acercó cautelosamente a la puerta de la cabaña y llamó suavemente. Después de un momento, la puerta se abrió, revelando a una anciana encantadora. Ella sonrió amablemente a la bruja.
“Bienvenida, querida”, dijo la anciana. “He estado esperando tu llegada. ¿Podría ofrecerte un poco de té?»
La bruja estaba sorprendida, pero no pudo resistirse a la amabilidad de la anciana. “Gracias, eso sería maravilloso”, dijo la bruja.
La anciana llevó a la bruja dentro de la cabaña. Primero, les ofreció té y, durante la charla, le preguntó a la bruja si alguna vez había tenido la oportunidad de volar.
La bruja miró a la anciana con asombro y respondió que no. La anciana le sonrió y le dijo: “Entonces, te mostrare algo que te dejará sin aliento.”
La anciana saco un collar con una brillante joya roja y lo llevó a la bruja. “Esto es un amuleto para volar”, dijo la anciana. “Lo he tenido durante muchos años y me ha permitido visitar el cielo siempre que lo he querido. Pero ahora es hora de que lo entregue a alguien más. A alguien que lo necesite tanto como lo necesitaba yo en su momento.»
La bruja estaba asombrada y emocionada. La anciana le entregó el amuleto y le explicó cómo usarlo. «Ponte el amuleto alrededor del cuello y cada vez que lo necesites, solo tienes que decir ‘abracadabra’ y pensar en volar. Se te llevará a cualquier lugar que desees.»
La bruja agradeció emocionada a la anciana por su regalo y decidió ponerlo a prueba de inmediato. Puso el amuleto en su cuello y dijo en voz alta: “¡Abracadabra!” y pensó en el cielo.
De repente, la cabaña desapareció. La bruja estaba volando en el aire, rodeada de estrellas. Estaba sobre el mundo y podía ver todo a su alrededor. Estaba llena de alegría y asombro, nunca antes había experimentado algo tan emocionante. Comenzó a subir más y más alto, hasta que finalmente se encontró en una hermosa nube.
Mientras estaba en la nube, se encontró con una comunidad de brujas y hechiceros. Al llegar allí, descubrió que todos ellos encontraron su camino en el cielo gracias al amuleto volador.
La bruja se sintió tan feliz en el cielo que se quedó allí por un tiempo, aprendiendo todo lo que podía de las brujas y hechiceros que conocía allí. Aprendió a hacer pociones más fuertes con ingredientes de nubes y cometas.
Finalmente, se dio cuenta de que extrañaba su hogar en el bosque, así que decidió regresar. Cuando la bruja llegó de vuelta a casa, se dio cuenta de que su tiempo en el cielo le había dado todas las emociones y aventuras vibrantes que había estado anhelando. Sentía que era una nueva persona, lista para nuevas aventuras y experiencias.
La bruja estaba agradecida por la anciana que le había regalado el amuleto volador. Había cambiado su vida y había abierto un nuevo mundo de posibilidades para ella. A partir de entonces, siempre estaba buscando nuevas aventuras y explorando nuevos lugares. Nunca estaría sola de nuevo y siempre tenía el cielo estrellado para iluminar su camino.