La bruja y el jardín de los secretos

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La bruja y el jardín de los secretos
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La bruja y el jardín de los secretos. Érase una vez, en el corazón de un frondoso bosque, una bruja que tenía un don especial: podía hacer crecer las plantas más bellas y saludables que se hubieran visto jamás. La gente del pueblo la llamaba la «Guardiana del Jardín», pues había construido un jardín mágico que ardía en belleza, un lugar que daba la bienvenida a los más inesperados y asombrosos seres.

Un día, una joven llegó hasta allí. Se llamaba Rosa y había oído hablar del jardín secreto que había en el corazón del bosque. No sabía cómo había logrado llegar hasta allí, pero se sentía atraída por el lugar. Al haber oído hablar de la bruja, pensaba que se detendría a saludarla antes de continuar su camino.

Cuando llegó al jardín, pudo comprobar con asombro cómo las plantas crecían como nunca había visto antes. Pensaba que lo había imaginado todo, pero entonces se presentó ante ella la bruja, que parecía estar esperándola. Le preguntó a Rosa cuál era su misión en aquel lugar; esta le respondió que lo que buscaba era una planta que pudiera curar el dolor que había en su corazón.

La bruja la escuchó atentamente y le llevó hasta el corazón del jardín, donde le enseñó una rosa que no tenía espinas y que parecía irradiar una luz especial. Le dijo que si la tomaba en sus manos con cuidado, cerraba los ojos y la dejaba reposar en su corazón, encontraría la cura que buscaba.

Rosa tomó la rosa y cerró los ojos, dejándola descansar en su corazón. De repente, sintió una explosión de vida dentro de ella. Como si un rayo la hubiera iluminado, permitió que todo lo que había estado suprimiendo saliera a la superficie. Respiró profundo, se aferró a la rosa y comenzó su camino de sanación.

Después de unos instantes, Rosa abrió los ojos y se encontró frente a la bruja, que la observaba con una sonrisa de benevolencia. En aquel momento supo que aquel jardín secreto y la bruja que lo cuidaba eran una bendición para cualquier alma solitaria que hubiera en el mundo.

Pasaron las semanas y Rosa volvía al jardín casi todos los días. Observaba cómo las plantas crecían a un ritmo acelerado, y cómo parecían tener vida propia. La bruja le explicaba con deleite todo lo que hacía para que tal maravilla existiera. Cada vez que se adentraba en el jardín, Rosa se sentía más viva.

Un día, Rosa se acercó a la bruja y le preguntó cómo había llegado a tener tanto conocimiento sobre las plantas. La bruja le contestó que a veces las plantas le hablaban, y que escuchaba su susurro. Hatá que aprendió a entenderlas. A partir de entonces, comenzó a aprender todo lo que podía sobre ellas. Se sumergió en los estudios botánicos y en los años que siguieron se convirtió en la bruja más famosa del lugar.

Cada día, Rosa se levantaba temprano para ir al jardín. Era algo que le hacía sentir viva, la soledad y el dolor que la habían acompañado por tanto tiempo desaparecían por completo. Pero un día llegó al jardín y no encontró a la bruja. Buscó por todas partes, pero no había rastro de ella.

Desesperada, continuó buscando hasta que se topó con lo que parecía ser una entrada a una cueva. Sin pensarlo dos veces, entró y comenzó a bajar por un largo camino hasta que llegó a una habitación que parecía estar en la roca.

Allí se encontraba la bruja, enferma y postrada en una cama. Le explicó que estaba gravemente enferma, y que no tenía mucho tiempo de vida. Sus ojos se posaron en Rosa y, sonriéndole amorosamente, le dijo que el jardín era ahora de Rosa.

Pidió permiso para quedarse, y la bruja asintió con la cabeza. Rosa, en su interior, sintió una inmensa alegría por aquel regalo inesperado.

Pasaron los años, Rosa se convirtió en la nueva «Guardiana del Jardín» y buscó incansablemente la sabiduría que le había transmitido la bruja. Las plantas en su jardín comenzaron a llevar un nuevo aire, un aire de curación. Los animales y las criaturas que la visitaban cada vez más, encontraban en sus plantas la paz y la harmonía.

Sin embargo, un día apareció una amenaza en el horizonte. Un hombre ambicioso intentó poseer el jardín y construir una gran empresa en él. Era un hombre cruel que solo buscaba poder y dinero. Rosa se negó a vender el jardín y el hombre comenzó una campaña de acoso y derribo.

Los clientes y amigos más cercanos de Rosa comenzaron a boicotear sus plantas y la empresa involucró a la policía. Todo parecía perdido. Pero en su lucha, Rosa hizo un descubrimiento sorprendente. Había una planta única en el jardín que permitía transformar los malos pensamientos y traer paz a las mentes más alteradas.

Rosa cultivó la planta y le dio a probar la infusión al hombre ambicioso. Su cara cambió por completo, se sintió dándose cuenta de todo lo que había causado con su ambición. La tensión desapareció, la violencia se desvaneció y se sintió aliviado.

El hombre tomó conciencia de que estaba cometiendo un grave error y decidió ayudar a Rosa a proteger el jardín. Se disculpó por su comportamiento imprudente y comenzaron juntos un proyecto para enseñar a los niños del pueblo los beneficios del jardín.

Y así, gracias a la persistencia y el amor de Rosa, el jardín y la planta mágica protegieron la felicidad y la harmonía que habían sido capaces de construir. La advertencia de la bruja se hizo realidad, pero gracias al mensaje oculto en las plantas, la esperanza y el amor ganaron la batalla.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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