La bruja y la lluvia de la primavera. Érase una vez en un bosque encantado, en medio de la primavera, una bruja solitaria que se encontraba en su cabaña. Su nombre era Sibila, y era la dueña de un gran poder mágico. Desde que había llegado al bosque, había vivido sola, pero siempre había encontrado la manera de sobrevivir gracias a su habilidad para la brujería.
Un día, mientras Sibila hacía sus rituales en la cabaña, la lluvia comenzó a caer con fuerza sobre el bosque. La bruja notó que la lluvia caía inusualmente fuerte y se dio cuenta que algo iba mal. Sibila decidió salir de su cabaña y echar un vistazo al exterior. Al salir, vio que un pequeño arroyo cercano se había desbordado debido a la intensa lluvia. La bruja sabía que el arroyo podía arrasar todo lo que encontrara a su paso, y que el bosque y sus habitantes estaban en peligro.
Sibila sabía que tenía que hacer algo para detener la inundación, entonces volvió corriendo a su cabaña en busca de objetos mágicos para tratar de detener la lluvia. Comenzó a buscar entre sus objetos y pronto encontró lo que estaba buscando: una rama de roble y una pequeña caja con unas pequeñas semillas mágicas que tenía guardadas en su estantería durante muchos años.
Sibila tomó la rama de roble y la ramificó en varias ramas más pequeñas, después tomó una semilla de la caja, y la colocó en una de las ramas. Luego, repitió la misma acción en cada una de las ramas de la rama de roble.
Cuando terminó, comenzó a caminar hacia el arroyo. Con cada paso que daba, repetía una maldición encantada que había aprendido, y pronto, sintió como su poder mágico se incrementaba, como si la lluvia hubiera sido un atizador que hubiera encendido su poder nuevamente.
Cuando llegó al arroyo, la bruja empezó a cortar la cabeza de cada rama que había preparado, y se las lanzaba al agua. Cada cabeza de rama que caía sobre el agua creaba una barrera mágica invisible, haciendo que el agua retrocediera.
Sibila sabía que el arroyo era peligroso y que tenía que hacer algo más para detener la inundación. Recordó que había aprendido un hechizo para controlar las nubes y la lluvia, pero nunca antes lo había intentado. Sin embargo, no había tiempo para dudar.
Comenzó a recitar el hechizo y a pesar de que estaba un poco nerviosa, todo su poder mágico estaba corriendo por sus venas. Con cada palabra mágica que decía, la lluvia empezaba a disminuir paulatinamente, y las nubes se separaban, permitiendo que unos rayos de sol regresaran al bosque.
Pronto, el arroyo volvió a su cauce natural, la inundación había sido evitada, y el peligro había pasado. Desde ese día, la bruja Sibila se ganó el respeto y la gratitud de todas las criaturas del bosque. De pronto, las aves que volaban cerca de la cabaña de la bruja comenzaron a cantar de felicidad, las flores se abrieron de par en par, y los árboles empezaron a crecer más rápido, como si quisieran agradecer a Sibila por su bondad.
Desde ese día, Sibila se convirtió en la protectora del bosque, nunca más se sintió sola, y las criaturas del bosque la buscaron para pedirle ayuda y orientación siempre que la necesitaron. Siempre caminaba recogiendo hierbas y hablando con las criaturas, les otorgaba consejos, y les ayudaba en todo lo que estaba en su mano.
La lluvia de esa primavera ya era un recuerdo lejano, pero Sibila seguía trabajando al lado de las criaturas del bosque, siempre dispuesta a ayudarlos cada vez que necesitaran su apoyo y asesoría.
De esta forma, se convirtió en una leyenda del bosque, la bruja protectora, que encantaba a todos con su habilidad y cariño por toda la vida del bosque. Con su gran corazón de luz, la bruja había logrado la unión de las criaturas del bosque, el afianzar lazos, y ofrecer la mejor protección que cualquier bosque podía tener en toda la inmensidad del mundo.
Con esta historia, se logra aprender que a través del amor y la colaboración, cualquier cosa es posible. La lección más importante es que cualquier tesoro, cualquier riqueza es forjada siempre en la comunidad de las criaturas más importantes que nos rodean, construyendo confianza y aprecio. La bruja Sibila siempre lo supo, y demuestra que la unión hace la fuerza, creando así un bosque lleno de color y alegría para siempre.