La bruja y la noche de los fantasmas. Érase una vez en el reino de las sombras, donde la noche era eterna y los fantasmas caminaban libremente, vivió una bruja solitaria llamada Morgana. Ella vivía en una torre solitaria en el bosque oscuro. Nadie se acercaba a su hogar porque la gente temía sus poderes mágicos y oscuros.
Una noche, Morgana se sentó bajo la luz de la luna y pensó en la soledad en la que vivía. A pesar de su gran poder, ella no podía evitar sentir una tristeza profunda por estar sola en el mundo. Pero justo cuando se preparaba para retirarse a dormir, escuchó el sonido de un paso en su puerta.
Morgana se puso en guardia, desplegando su magia para defenderse si fuera necesario. Pero a medida que se acercaba a la puerta, escuchó un lloriqueo suave. Abrió la puerta con cautela, solo para encontrarse con un pequeño fantasma que sollozaba en el umbral.
«Morgana, tengo miedo», dijo el fantasma. «La noche de los espíritus está aquí, y no sé qué hacer».
Morgana estaba sorprendida por la visita del fantasma, y aún más por el hecho de que la llamara por su nombre. Pero la tristeza en los ojos del espíritu la conmovió. Se arrodilló y habló con dulzura al pequeño.
«Estás a salvo conmigo, pequeño. ¿Qué te hace sentir tan asustado en esta noche de los espíritus?»
El fantasma temblaba, pero finalmente habló. «La noche de los espíritus es cuando los fantasmas como yo nos encontramos en el bosque oscuro. Pero hay monstruos allí fuera y siempre temo que me atrapen».
Morgana sonrió amablemente. «No te preocupes, pequeño. Te ayudaré a enfrentar tus miedos y protegerte de todo cuanto pueda hacerte daño».
Y así comenzó la noche de los fantasmas y, como lo prometió, Morgana protegió al fantasma, asegurando su bienestar. Durante toda la noche, estuvieron juntos en el bosque oscuro, escalando las montañas tenebrosas, atravesando ríos y evadiendo a los monstruos.
Morgana se quedó sorprendida de toda la diversión que disfrutó, incluso siendo que ella era una bruja malvada y tenebrosa. A medida que la noche avanzaba, el pequeño fantasmita floreció bajo su tutela, superando sus temores y abrazando la noche de los espíritus tal como se debía.
Al final de la noche, cuando el sol empezó a aparecer en el horizonte, el pequeño fantasma estaba feliz y confiado. Morgana estaba igualmente impresionada y conmovida. Nunca había conocido a alguien que pudiera apartar la soledad que siempre la acompañaba.
A partir de esa noche, comenzaron a verse con frecuencia. Todos los días después de la noche de los espíritus, el pequeño fantasma haría una visita al hogar de Morgana.
De esta manera, Morgana ya no se sentía sola y volvió más humana interiormente. Comenzó a explorar el bosque oscuro, encontrando nuevos amigos y protegiéndolos con su magia.
Pero el equilibrio cambiante entre la oscuridad y la luz no tardió en generar problemas. El reino de las sombras se estaba transformando, su magia ancestral estaba desapareciendo, todo estaba desapareciendo… y Morgana piensa que tiene la solución.
Ella siente que debe unir las fuerzas del bosque oscuro y las de aquellos habitantes vivos, a partir de allí, crear una verdadera convivencia, poniendo fin a la enemistad histórica.
Para ello, propone que durante la noche de los espíritus, se celebre una ceremonia para la unificación. La luna llena es el día del encuentro, los humanos deberán
emprender un recorrido por el bosque oscuro, llevando en sus manos una flor blanca de gran poder.
El plan es aceptado por los habitantes del bosque oscuro y un grupo de humanos valientes decide sumarse a la reconciliación. Y así, los habitantes de los mundos que antes se odiaban se abrazan para vivir en paz. Morgana por fin ha encontrado su lugar en el mundo, y su espíritu ha encontrado serenidad.