La casa del cementerio del terror eterno

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La casa del cementerio del terror eterno
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La casa del cementerio del terror eterno. Érase una vez en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas, una misteriosa casa abandonada que se llamaba La casa del cementerio del terror eterno. Cuentan los vecinos del lugar que nadie se atrevía a acercarse a esa casa, ya que simplemente pensar en ella les daba un miedo terrible.

Sin embargo, había un pequeño grupo de amigos que no creía en esas historias de terror y siempre pasaban cerca de la casa sin ningún temor. Un día, los amigos se reunieron en el parque del pueblo y decidieron que querían saber qué había dentro de La casa del cementerio del terror eterno. Sin pensarlo dos veces, se pusieron en marcha.

Cuando llegaron a la casa, la encontraron con todas las ventanas cerradas y las puertas fuertemente protegidas con candados. Aunque pensaron en rendirse, se dieron cuenta de que la curiosidad era más fuerte y buscaron la manera de entrar. Fue entonces cuando encontraron una pequeña ventana que estaba medio abierta.

Uno de los amigos, el más pequeño, se metió por la ventana y les hizo señas a los demás para que lo siguieran. La casa estaba completamente oscura, así que encendieron las linternas que habían llevado y comenzaron a explorar. A medida que avanzaban por la casa, se dieron cuenta de que algo extraño pasaba.

Las lámparas parpadeaban, las puertas se cerraban solas, y los muebles se movían sin que nadie los tocara. Los niños comenzaron a asustarse, pero se prometieron que no dejarían que nada los obligara a salir de allí.

Finalmente, llegaron al sótano y allí encontraron algo que los dejó boquiabiertos. En medio de la habitación había un gran ataúd con el que no se podía abrir. Los niños se miraron asombrados y luego, como en una aventura de suspenso, alguien se atrevió a empujarlo y de repente se escuchó un gran estruendo. La puerta de la casa se cerró de golpe y las luces se apagaron, dejándolos en completa oscuridad.

-¡Tenemos que encontrar la forma de salir de aquí!, dijo uno de los amigos.

Con sus linternas en las manos, los niños comenzaron a buscar la salida, pero todo parecía conducirlos a habitaciones vacías sin salida. De repente, escucharon un ruido que se acercaba cada vez más y más. Los niños se asustaron aún más y comenzaron a correr para escapar.

Cuando llegaron a una habitación que parecía la antesala de la casa, una pequeña niña apareció desde la nada. Parecía estar perdida y mucho más asustada que ellos. Con su dulzura, los niños la calmaron y la acompañaron a salir de la casa. Desde ese día, los amigos nunca volvieron a acercarse a la casa del cementerio del terror eterno, pero aprendieron a compartir algo importante: la importancia de no dejarse llevar por el miedo. A parte, aprendieron que en las aventuras, lo más importante es el compañerismo y la unión.

Desde entonces, la pequeña niña que habían ayudado a salir siempre les sonreía y les entregaba un dulce cuando se encontraban en el parque. Y aunque no sabían cuál era su nombre ni de dónde venía, gracias a ella habían aprendido la lección más importante de su vida: que el valor se demuestra cuando nos enfrentamos a nuestros miedos y que siempre deberíamos ayudar al prójimo sin importar su aspecto ni su origen.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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