La casa del laberinto de Halloween. Érase una vez en la ciudad de Halloween una casa muy especial llamada la casa del laberinto. Esta casa era diferente a todas las demás, ¡estaba llena de misterios y secretos! Durante todo el año, la gente curiosa de la ciudad se apiñaba en la entrada del laberinto esperando poder entrar. Pero la casa solo abría sus puertas en la noche de Halloween, cuando las calles se llenaban de niños y niñas disfrazados.
Esta casa era propiedad de la misteriosa Vampirina, una mujer de largos cabellos negros y vestido igual de oscuro. Vampirina era una mujer muy sabia y amable, siempre estaba dispuesta a hacer que los niños y niñas de la ciudad de Halloween tuvieran una noche divertida.
Vampirina se encargaba de preparar el laberinto cada año para la noche de Halloween. Los muros del laberinto estaban hechos de arbustos podados cuidadosamente, de tal forma que formaban un sinuoso camino en el que se perdían los visitantes. En el centro del laberinto se encontraba la casa de Vampirina, donde ella los esperaba para ofrecerles una noche llena de diversión.
La casa del laberinto era muy special, pues Vampirina la había llenado con muchas actividades diferentes. Había una habitación llena de golosinas, otra habitación para mostrar los disfraces, una sala donde se podían hacer manualidades para Halloween y ¡hasta había un pequeño circo dentro de la casa!
La noche de Halloween, todos los niños y niñas de la ciudad de Halloween se reunían en la entrada del laberinto para intentar llegar a la casa de Vampirina. La cola era muy larga y cuando finalmente llegaban al laberinto, se encontraban algo nerviosos pues no sabían lo que podrían encontrar dentro.
Los niños y niñas se adentraban en el laberinto, siguiendo el camino de arbustos podados. El laberinto era tan grande y complicado que rápidamente se perdían, y se volvían a encontrar con otros niños y niñas que también andaban perdidos.
Finalmente, después de un buen rato de caminar, llegaban al centro del laberinto, donde se encontraba la casa de Vampirina. La casa era impresionante, ¡parecía que estaba hecha de caramelos y tenía una torre muy alta!
Los niños y niñas entraban a la casa de Vampirina y se encontraban con una gran fiesta de Halloween. En el centro de la sala principal había una gran mesa llena de dulces, y detrás de la mesa se encontraba Vampirina, con un sombrero de bruja en la cabeza y una gran sonrisa en el rostro.
Vampirina saludaba a cada uno de los visitantes y les preguntaba qué disfraces llevaban. Luego, los invitaba a explorar las diferentes habitaciones de la casa, donde podían encontrar muchas sorpresas. Había una habitación oscura llena de arañas, una sala donde se podían hacer máscaras de Halloween, ¡y hasta una sala de juegos espeluznante!
Los niños y niñas se divertían mucho en la casa del laberinto de Vampirina. Muchos se disfrazaban con la ropa que se encontraba en el armario de disfraces, y otros se pintaban la cara para parecer vampiros o fantasmas.
Hasta el amanecer, Vampirina y su equipo de ayudantes hacían todo lo posible para que la noche de Halloween en la casa del laberinto fuera inolvidable para todos los niños y niñas de la ciudad de Halloween.
Cuando la noche hubo terminado, Vampirina cerró las puertas de su casa y todos los visitantes empezaron a caminar de vuelta a sus hogares. Algunos se paraban en el camino a mirar hacia atrás, viendo cómo la casa del laberinto se convertía en un pequeño punto en la lejanía.
Al final, todos los niños y niñas de la ciudad de Halloween sabían que la casa del laberinto de Vampirina era el lugar perfecto para celebrar Halloween. Sabían que cada año, Vampirina preparaba algo diferente y emocionante para ellos.
Y aunque el laberinto pareciera diferente cada vez que lo visitaban, siempre se emocionaban por poder adentrarse en él otra vez. Así que la casa del laberinto de Vampirina continuó siendo el lugar preferido para visitar en Halloween.
