La casa del laberinto de la locura eterna

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La casa del laberinto de la locura eterna
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La casa del laberinto de la locura eterna. Érase una vez en un lejano reino, una casa muy peculiar, la cual se conocía como la casa del laberinto de la locura eterna. Nadie sabía exactamente cómo era ese lugar, pero se decía que adentro de ella se podían encontrar todo tipo de rarezas y peligros.

La leyenda decía que quien se aventurara en la casa nunca podría salir de ella, ya que estaba diseñada de tal manera que formaba un laberinto en espiral que se hacía más difícil de superar a medida que avanzabas.

Los niños del pueblo contaban historias escalofriantes sobre la casa, pero a un pequeño niño llamado Tomás no le importaban las historias de terror, y en su espíritu aventurero, decidió adentrarse en la casa del laberinto de la locura eterna.

Tomás había sido advertido una y otra vez por los adultos acerca del peligro que se encontraba dentro de la casa, pero nada parecía asustarlo. Tomás estaba decidido a explorar este misterioso lugar.

Una tarde en la que todos sus amigos estaban ocupados, Tomás decidió que era la oportunidad perfecta para adentrarse en la casa. Con valentía y determinación, empezó a caminar hacia la casa del laberinto de la locura eterna.

Una vez allí, Tomás comenzó a caminar y a recorrer los pasillos de la casa. Al principio, todo parecía bastante normal: habitaciones vacías, muebles polvorientos y óxido en las puertas.

Sin embargo, a medida que Tomás iba avanzando en los pasillos, las cosas empezaron a ponerse extrañas. Al principio escuchó ruidos extraños, pero pensó que eran los habitantes del lugar; pero luego, no sabía con seguridad si eran humanos o… ¿Bestias?.

Conforme el pasillo se volvía cada vez más difícil de transitar, Tomás comenzó a sentirse más y más inquieto. Pero no iba a dejarse vencer tan fácilmente, sabía que debía continuar aunque estuviera asustado.

Tomás siguió adelante y se encontró con una habitación oscura y tenebrosa. No se veía nada a su alrededor, pero podía sentir algo moviéndose cerca de él. De pronto, algo invisible lo agarró del pie, causándole un gran susto.

Sin embargo, Tomás no se rindió. Continuó luchando, forcejeando y tratando de liberarse, mientras las extrañas presencias invisibles lo mantenían retenido.

Fue entonces cuando Tomás sintió un fuerte impulso de liberarse de esa casa… ¡íntimamente! se zambulló en su interior y recordó todas las partes de su hogar, la cama cálida, la mesa donde comen, los rincones donde jugaba con sus amigos, la habitación de sus padres, la sala de estar, las fotos de familia y un sinfín de imagenes agradables.

Al concentrarse en ello, poco a poco desaparecieron las presencias invisibles, y en un instante, Tomás se halló fuera de la casa del laberinto de la locura eterna, parado en el campo. Él había conseguido liberarse del encanto de aquella casa.

Con una sonrisa, Tomás se dio cuenta de que el encanto de la casa no radicaba en lo oscuro y misterioso del lugar, sino en el poder que tú mismo tienes para liberarte de la locura y el peligro.

Desde aquel día, el pequeño Tomás aprendió que en la vida, afrontar los miedos y enfrentar los peligros es lo que te lleva a la libertad. Y no hay lugar tan aterrador que no tenga la llave de salida si se busca con determinación y valentía.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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