La casa del laberinto de la muerte

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La casa del laberinto de la muerte
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La casa del laberinto de la muerte. Érase una vez en un pueblo muy lejano, había una casa muy antigua y misteriosa llamada «La casa del laberinto de la muerte». Muchos niños del pueblo tenían miedo de acercarse a ella, ya que nadie sabía quién vivía ahí ni qué sucedía dentro de ella. Sin embargo, un día, dos de los niños más valientes del pueblo, Tomás y Sofía, decidieron investigar qué había en esa misteriosa casa.

Tomás y Sofía se levantaron muy temprano y se pusieron sus ropas más resistentes para explorar la casa del laberinto de la muerte. Cuando llegaron, notaron que la casa estaba rodeada por un hermoso jardín lleno de rosas y girasoles de todos los colores. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que la casa no parecía tan misteriosa después de todo.

Decididos a descubrir el misterio de «La casa del laberinto de la muerte», los niños se acercaron a la puerta y tocaron el timbre. Algunos minutos después, vieron aparecer a una anciana muy amable, que les preguntó amablemente qué necesitaban.

Los niños titubearon en su respuesta, sin saber cómo decirle a la anciana que sólo estaban ahí para investigar qué pasaba en la casa. Sin embargo, al final, decidieron preguntarle a la anciana sobre la misteriosa casa.

La anciana les explicó que «La casa del laberinto de la muerte» había sido construida por un rey, hacía muchos años, cuando una plaga se había extendido por todo el país. El rey buscaba una manera de protegerse a sí mismo y a su familia de la enfermedad, por lo que creó la casa del laberinto de la muerte, un laberinto formado por habitaciones que protegieran a quienes estuvieran dentro de ella.

Tomás y Sofía se sorprendieron al escuchar la historia. De repente, se sentían agradecidos y orgullosos del rey por su ingeniosa invención. Sin embargo, la anciana les dijo que, lamentablemente, después de la muerte del rey, nadie sabía cómo salir del laberinto y se convirtió en el hogar de un espíritu maligno.

Tomás y Sofía empezaron a sentir miedo nuevamente, pero la anciana les dio una idea. Si querían encontrar la salida del laberinto, deberían buscar las llaves que abrían las puertas de las habitaciones. Sin esas llaves, sería imposible escapar del laberinto.

Los niños agradecieron a la anciana por su ayuda y empezaron su búsqueda de las llaves. Primero, encontraron una llave dorada oculta en el interior del jardín. La llave les permitió entrar en la primera habitación, donde encontraron una llave plateada.

Muy emocionados por su éxito, Tomás y Sofía usaron la llave plateada para abrir la segunda habitación. Ahí encontraron una llave de bronce. Y así, después de abrir varias habitaciones, finalmente encontraron la llave que abriría la salida del laberinto.

Los niños se sintieron muy felices de haber encontrado la llave, pero también se dieron cuenta de que no podían escapar solos del laberinto. De repente, llegó un grupo de niños del pueblo, buscando a Tomás y Sofía.

Los niños se emocionaron al enterarse de que Tomás y Sofía habían encontrado las llaves para escapar del laberinto. Los niños del pueblo ayudaron a abrir las puertas de las habitaciones y juntos, caminaron por el laberinto, usando las llaves que habían encontrado.

Finalmente, llegaron a la última puerta, donde usaron la última llave encontrada por Tomás y Sofía. Para su sorpresa, la llave también les permitió a los niños ver el espíritu maligno. El espíritu, que antes parecía tan escalofriante, se les apareció de una manera más amigable y agradable.

El espíritu les agradeció por haber encontrado todas las llaves y por superar su miedo. El espíritu, ahora tranquilo, les dio un gran abrazo y les prometió que guiaría a los niños del pueblo siempre que necesitaran ayuda.

Tomás y Sofía y todos los niños salieron al final del laberinto, agradecidos de haber superado sus miedos y valientes por haber encontrado la salida.

A partir de ese día, muchos niños del pueblo se acercaron a la casa del laberinto de la muerte para explorar y superar sus miedos. Se dieron cuenta de que la casa no era tan misteriosa como parecía y que, con un poco de coraje y esfuerzo, podrían hacer cosas asombrosas y maravillosas.

La casa del laberinto de la muerte dejó de ser vista como una amenaza y comenzó a ser vista como una oportunidad para enfrentar y superar los miedos. Tomás y Sofía se sintieron muy felices por haber descubierto la historia y el misterio detrás de la misteriosa casa, y todavía recordaban con cariño la cara del espíritu amable que los despidió.

Y así, los niños del pueblo continuaron explorando, aprendiendo y creciendo juntos, con coraje e imaginación para enfrentar las aventuras que la vida les presentara.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La casa del laberinto de la muerte
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