La casa del laberinto de las sombras

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La casa del laberinto de las sombras
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La casa del laberinto de las sombras. Érase una vez una pequeña niña llamada Laura, quien amaba explorar. La casa de su abuela siempre había sido su lugar favorito para visitar ya que había muchos rincones por descubrir. Pero había un lugar que la asustaba un poco, y era el jardín trasero. En el centro del jardín había una pequeña casita rodeada de árboles y arbustos, así que nunca había estado allí. La llamaban «La casa del laberinto de las sombras» y Laura no sabía por qué.

Un día, después de llegar a casa de su abuela, Laura decidió aventurarse en el jardín trasero para ver si podía encontrar algún tesoro escondido. Cuando llegó a la pequeña casa en el centro del jardín, notó que había algo extraño en la puerta principal: un cartel que decía «Adelante, pero ten cuidado». A pesar del miedo, Laura tomó valor y decidió explorar la curiosa casa.

Después de entrar, se encontró en una gran sala con muchas puertas. Cada una de ellas conducía a un pasaje sin fin con curvas y giros interminables. Laura se tomó su tiempo y eligió la primera puerta a la izquierda. La puerta se cerró detrás de ella con un fuerte golpe y Laura se encontró caminando en un túnel oscuro. A medida que avanzaba, descubría que el túnel se volvía cada vez más angosto y oscuro, como si el aire hubiera sido extraído. Finalmente, llegó a un pequeño lugar donde podía descansar un poco.

De repente, Laura escuchó un grito y decidió investigar. Hizo su camino hacia un segundo túnel, que resultó ser más grande y más iluminado que el anterior. El túnel estaba iluminado por candelabros de color violeta y había una misteriosa puerta al final. Laura se acercó a la puerta y la abrió lentamente. La luz se vertió en el pasillo y entró en una habitación grande y extraña.

En medio de la habitación, había una plataforma brillante. Una figura extraña caminaba alrededor de la plataforma y empezó a hablar: «¡Hola, pequeña exploradora! Bienvenida a la casa del laberinto de las sombras. Aquí, en este lugar, tendrás que encontrar el camino correcto y descubrir el tesoro». Laura se puso nerviosa, pero decidió que tenía que seguir adelante para ganar el tesoro secreto.

Laura comenzó a buscar en la habitación y descubrió varias pistas esparcidas por el suelo. Con algo de esfuerzo, logró encontrar su camino a través de la habitación y se dirigió hacia la puerta. Pero justo cuando iba a salir, una mano brillante la detuvo y ella cayó al suelo.

Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que se había desmayado y que estaba en otra habitación. Esta vez, no había pistas dispersas en el suelo, pero había un misterioso cofre bloqueando su camino hacia una puerta distante. Laura intentó, intentó y volvió a intentar abrir el cofre, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Frustrada y debilitada por el miedo, Laura decidió sentarse en el suelo y llorar.

De repente, un sonido extraño la sacudió. Era un sonido de alguien que caminaba por el pasillo, ¡y estaba lo suficientemente cerca como para saber que la iba a encontrar! Pero no tenía tiempo que perder, así que decidió correr hacia la puerta. Después de una serie de giros y curvas a través de túneles oscuros, Laura estaba fuera de la casa del laberinto de las sombras.

Cuando salió al sol, se dio cuenta de que el cofre estaba en su mano y se abrió. Dentro había un anillo y un mensaje que decía: «Gracias por encontrar el tesoro, princesa exploradora. Siempre recuerda que en las dificultades y los esfuerzos, puedes encontrar la ayuda y la fuerza que necesitas». Laura sabía que había ganado más que un tesoro, había ganado la confianza en sí misma y la valentía necesarias para enfrentar nuevos desafíos.

Desde ese día en adelante, Laura y su abuela pasaban horas explorando la casa del laberinto de las sombras, cada vez descubriendo algo nuevo y emocionante. Y aunque la casa tenía un laberinto de habitaciones y túneles, Laura sabía que el tesoro que había adquirido era mucho más valioso que cualquier objeto material.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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