La casa del laberinto de los espíritus. Érase una vez en un mundo fantástico, en lo más profundo de un bosque, una casa mágica que se llamaba «La casa del laberinto de los espíritus». Era un lugar misterioso y lleno de sorpresas, donde muchos aventureros habían intentado entrar, pero muy pocos lograban salir.
Un día, dos hermanos, llamados Ana y Andrés, caminaban por el bosque en busca de aventuras. De repente, vieron a lo lejos una casita rodeada de árboles que parecía brillar con luz propia. Entusiasmados, se acercaron y vieron la casa del laberinto.
Sin pensarlo dos veces, los dos hermanos decidieron entrar y descubrir los secretos que la casa escondía. Una vez adentro, se encontraron con un laberinto lleno de puertas y habitaciones. ¡Era enorme! Tras explorar algunos pasillos, llegaron a una habitación donde empezaron a notar que algo extraño sucedía.
De repente, la puerta de la habitación se cerró de golpe y los dos hermanos se quedaron atrapados. Pero, cuando intentaron abrirla, vieron que todas las demás puertas también estaban cerradas, dejándoles sin opción.
Mientras buscaban una salida, se dieron cuenta de que había muchos objetos extraños en la habitación. Era como un museo lleno de extrañezas chifladas, pero no servían para encontrar una salida.
Mientras pensaban qué hacer, de repente salieron de entre las sombras unas figuras misteriosas: eran los espíritus de la casa. Al principio, los hermanos se asustaron mucho, pero pronto descubrieron que los seres fantásticos eran muy amables.
Los espíritus les dieron la bienvenida a su hogar y les explicaron que la casa funcionaba como un gran rompecabezas. Se trataba de un juego en el que debían encontrar la salida del laberinto para poder salir. Aunque se sentían un poco confundidos, los hermanos aceptaron el reto y empezaron a buscar la salida.
Los dos hermanos exploraron las habitaciones de la casa, juntos y por separado, intentando encontrar la salida. Mientras se movían de una habitación a otra, se dieron cuenta de que cada puerta de la casa les llevaba a un lugar diferente.
Una vez, llegaron a una sala llena de libros viejos y polvorientos. Andrés, que era un amante de la lectura, decidió examinar los libros y encontró algunos secretos sobre la casa. Los libros contaban que la casa se había construido hace mucho tiempo por un famoso mago que había escondido un tesoro muy valioso.
El tesoro estaba en algún lugar de la casa, pero el mago había construido la casa de forma tan complicada que solo alguien con una gran habilidad de resolución de acertijos podría encontrarlo. Ana y Andrés se emocionaron tanto que se pusieron a buscar el tesoro en cada rincón y habitación de la casa.
A medida que avanzaban, descubrían más y más secretos. A veces, encontraban bibliotecas en las que podían leer extrañas poesías y relatos, otras veces se encontraban con laberintos nunca antes vistos. Se sorprendían siempre cada vez que salían de una habitación y entraban en otra.
Tras varios intentos, los hermanos finalmente encontraron la salida. Fue un triunfo ya que nadie antes había logrado escapar de la casa del laberinto. Los espíritus se pusieron felices al ver que alguien había logrado la hazaña, más aun cuando los dos hermanos se llevaron el tesoro que encontraron en la casa.
Ana y Andrés regresaron a casa con el tesoro, felices y satisfechos por haber resuelto el misterio. Nunca olvidarían la emocionante aventura que habían vivido en la casa del laberinto de los espíritus. Desde entonces, soñaron con la posibilidad de volver a entrar y encontrar nuevos misterios y tesoros junto a los espíritus amables y llenos de sorpresas. FIN.