La casa maldita del pantano

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La casa maldita del pantano
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La casa maldita del pantano. Érase una vez una casa maldita del pantano. Se decía que allí vivía alguien muy temido, alguien peligroso que lanzaba embrujos a todas las personas que osaban acercarse a su hogar. Los niños del poblado lo sabían muy bien, los padres les contaban la leyenda de la casa del pantano y los advertían de no acudir nunca a aquel lugar.

Una tarde, tres amigos aventureros, Lila, Luis y Martín, decidieron ir al pantano para descubrir si lo que se decía de la casa maldita era verdad o simplemente una historia sin fundamento. Se pusieron sus botas de goma, sus sombreros y agarraron sus mochilas con sus provisiones y herramientas. Caminaron por un sendero bordeado de árboles hasta que llegaron al pantano.

Había árboles que parecían cadáveres, densas nieblas que cubrían el camino y una sensación de misterio que los envolvía. Al final del camino, divisaron una cabaña sombría, la casa de la leyenda: la casa maldita del pantano.

Se acercaron con lentitud y cautela, estaban asustados. Miraron por una ventana rota, intentando descubrir algo, pero solo vieron telarañas y polvo. Se asomaron por otra ventana, y fue ahí cuando escucharon un gritó que los paralizó. Era el grito de una mujer, un grito espeluznante que parecía provenir desde dentro de la casa.

Los tres amigos miraron entre sí, y sin decir nada, decidieron entrar a la casa para investigar lo que había sucedido. Uno tras otro, treparon por la ventana rota y cayeron al suelo polvoriento. Se pusieron de pie lentamente, sus linternas parpadearon en la penumbra de la casa. Miraron alrededor, y todo estaba en ruinas y abandono.

De pronto, oyeron el ruido de unos pasos que resonaron en el suelo. La madera crujió, y la puerta de la casa se abrió. Un hálito de aire inmundo sopló hacia ellos. Los tres amigos se quedaron inmóviles, completamente paralizados. Estaban muy asustados, no sabían qué hacer.

De repente, una figura se dibujó en la entrada de la casa. Todos estaban petrificados, con los ojos abiertos como platos. La figura se fue acercando y vieron que no era otra cosa que un anciano muy delgado, que se apoyaba en un bastón.

Los tres amigos se preguntaron: ¿será este hombre el dueño de la casa maldita del pantano?

– ¿Qué hacen ustedes aquí? – preguntó el anciano con una voz ronca.

Los niños se miraron y luego miraron al anciano.

– Solo estamos investigando – dijo Lila.

– La gente dice que estás maldito – dijo Martín.

– Ja, ja, ja. Eso es lo que la gente dice de mí – respondió el anciano con una sonrisa triste.

Luis se atrevió a preguntar: ¿Y por qué están hablando mal de ti?

– Oh, hay muchas razones, pero principalmente es porque soy diferente a ellos. No me gusta seguir sus reglas y prefiero vivir mi vida en soledad. La gente teme lo que no entiende, y algo tan simple como la elección de cómo vivir mi vida, me ha costado su odio.

Los tres amigos se sintieron mal por haber llegado a la casa sin saber la verdad. Cada vez, el anciano los hacía sentir más tranquilos y seguros. En lugar de un hombre malvado, encontraron un hombre solitario que simplemente quería vivir su vida tranquila.

Después de charlar un poco más con el anciano, los tres amigos supieron que no había peligro allí. Él tenía problemas de salud y por eso, no podía salir de la casa. Los tres niños simpatizaron con él y decidieron ayudar en lo que pudieran.

Juntos, se arregló la ventana rota, se pintaron las paredes y los niños limpiaron lo que había estado abandonado durante años. La casa maldita del pantano comenzó a convertirse en un hogar habitable de nuevo.

Al final, se convirtieron en amigos, el anciano les contó muchas historias y leyendas del lugar. Se dio cuenta de que no estaba solo, que había amigos que podrían ayudarle y cuidarle.

Desde aquel momento, Lila, Luis y Martín volvían a visitar a su amigo regularmente en la casa maldita del pantano. Todos los niños del poblado querían escuchar las historias del anciano y hacerle compañía. Así, la leyenda de la casa maldita desapareció, y se convirtió en un lugar de encuentro y alegría para los habitantes del lugar.

FIN

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La casa maldita del pantano
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