La conejita y la nube mágica

Tiempo de lectura: 4 minutos

La conejita y la nube mágica
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

La conejita y la nube mágica. Érase una vez una conejita llamada Lola que vivía en una pradera repleta de flores y árboles frondosos. Era una conejita muy curiosa y siempre buscaba cosas nuevas que hacer. Pero, aunque disfrutaba explorando su hogar, a veces se sentía sola. No tenía amigos conejos ni animalitos con quienes jugar. Así que un día decidió buscar compañía de donde fuera que pudiera encontrarla.

Mientras caminaba por la pradera, Lola notó una nube solitaria que flotaba en el cielo. Se preguntó si quizás esa nube estaría tan sola como ella y decidió acercarse. Al principio, la nube parecía no prestarle atención, pero Lola perseveró y de a poco fue entablando una amistad con ella.

A medida que pasaba el tiempo, Lola y la nube comenzaron a pasar mucho tiempo juntas. Hablaban sobre todo tipo de cosas, desde cuál era la mejor forma de saltar por encima de los árboles más altos hasta qué tan lejos llegaban las estrellas en el cielo nocturno. Y cada vez que Lola hablaba sobre sus preocupaciones y problemas, la nube parecía saber exactamente qué decir para hacerla sentir mejor.

Cierto día, mientras hablaban sobre la mejor forma de cocinar zanahorias, Lola notó que la nube parecía triste. Preocupada, Lola le preguntó qué le pasaba. La nube le contó que aunque le gustaba flotar en el cielo, a veces se sentía invisible. Decía que estaba triste porque la gente no la veía y sólo la miraba cuando estaba gris y lluviosa.

Lola sintió mucha empatía hacia la nube y decidió ayudarla. Todavía no sabía cómo, pero estaba segura de que había una forma de hacer que la nube se sintiera especial. Así que, después de darle muchas vueltas, se le ocurrió una idea: llevar a la nube a la tierra para que pudiera ver todas las cosas maravillosas que había en el mundo.

La nube estaba un poco asustada de bajar del cielo, pero Lola la tranquilizó. Prometió cuidar de ella y aseguró que estaría bien. Así que, juntas, Lola y la nube mágica bajaron del cielo y comenzaron a explorar el mundo.

La primera parada en su aventura fue en un prado cercano, donde Lola le mostró a la nube todas las flores y los insectos que vivían allí. La nube estaba encantada con lo hermoso que era el mundo, y Lola estaba feliz de poder compartir todo con su amiga. Después, Lola llevó a la nube a una granja cercana, donde hicieron nuevos amigos conejos y otros animales. La nube se emocionó tanto de conocer tantos nuevos amigos que olvidó por completo que alguna vez se había sentido sola.

En su camino, Lola y la nube se encontraron con un pequeño río que parecía una piscina natural. Saltaron juntas y se divirtieron como un par de amigos verdaderamente inseparables. Y, justo cuando pensaron que no podían tener más aventuras, ¡descubrieron un huerto lleno de zanahorias gigantes! Lola y la nube picotearon felices de las jugosas zanahorias.

Finalmente, la nube mágica se dio cuenta de que, aunque a veces se sentía invisible, había encontrado un gran amigo en Lola y había experimentado algo sorprendente: la posibilidad de bajar del cielo y experimentar el mundo desde otra perspectiva.

Con el tiempo, Lola y la nube regresaron al cielo, pero su amistad se siguió fortaleciendo. Lola descubrió que, a veces, la mejor manera de encontrar amigos no era buscan dónde vivían, pero sí salir a pasear, conocer y explorar. Y la nube aprendió que, aunque podía pasar la mayor parte de su tiempo en el cielo, en la tierra siempre habría algo nuevo y emocionante por descubrir.

Desde entonces, Lola y la nube mágica vivieron muchas aventuras juntas, nunca más sintiéndose solas de nuevo. Mientras tanto, su amistad seguía creciendo con cada nuevo día que pasaba.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La conejita y la nube mágica
¿Te ha gustado «La conejita y la nube mágica»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir