La danza de los caballos de la noche. Había una vez un pueblo que se encontraba al pie de una montaña. La gente de este pueblo era muy trabajadora y hacían lo posible por mantener su hogar en buenas condiciones. Todos los días, se levantaban temprano para comenzar sus tareas, pero al llegar la noche, se sentían demasiado cansados como para seguir adelante.
Un día, llegó al pueblo un hombre muy extraño. Se decía que venía de muy lejos, de un lugar donde los árboles eran tan altos que tocaban el cielo y las estrellas brillaban más que en cualquier otro lugar. El hombre tenía una larga barba blanca y vestía de negro. A su lado, llevaba un pequeño caballo negro con los ojos rojos. Los habitantes del pueblo observaron con curiosidad al hombre y su caballo, y aunque parecía muy simpático, algunos pensaron que era un mago, otros, un brujo.
El hombre se dirigió al alcalde y le preguntó si podía quedarse en el pueblo por un tiempo. El alcalde, sin pensarlo dos veces, accedió. Le dio la bienvenida al extraño y lo invitó a pasar la noche en su casa. El hombre aceptó la invitación y al llegar la noche, sugirió salir a dar un paseo.
El alcalde estaba encantado con la idea de caminar por el pueblo con alguien tan interesante como el hombre de la barba blanca. Pero cuando salieron de la casa, fueron testigos de algo que jamás habían visto. En el horizonte, aparecieron veinte caballos, todos de color negro. Pero lo más extraño de todo, era que sus ojos brillaban en la oscuridad, como si fueran fuegos fatuos.
Los caballos se acercaron al hombre de la barba blanca, relinchando suavemente. Él sonrió y se acercó a ellos. Los acarició y luego, ante la mirada atónita del alcalde, se montó en uno de ellos. Los otros caballos comenzaron a moverse y a danzar, mientras el hombre de la barba blanca los dirigía con las manos.
La danza de los caballos duró toda la noche, y fue un espectáculo maravilloso. Los habitantes del pueblo salieron a ver lo que estaba sucediendo, y se quedaron maravillados con el baile y la música que los caballos hacían. Pero de repente, el sol comenzó a salir y la danza de los caballos de la noche desapareció, dejando atrás sólo una sensación de tristeza en la gente que había sido parte de ella.
El hombre de la barba blanca les explicó que él y sus caballos eran parte de una leyenda antigua. Según la leyenda, durante la noche, los caballos surgen del cielo y realizan una danza sagrada. Sólo aquellos que son dignos pueden verla y ser parte de ella. Esa noche, los habitantes del pueblo habían sido los elegidos.
Después de esta experiencia mágica, el hombre de la barba blanca se quedó en el pueblo por un tiempo. Los habitantes lo trataron con respeto y admiración, y lo ayudaron en todo lo que necesitaba. Pero un día, él decidió que era momento de partir. Se despidió del pueblo y de los caballos, y dijo que volvería algún día.
El hombre de la barba blanca había dejado una impresión imborrable en la mente de los habitantes del pueblo. Desde ese día, cada vez que veían a la Luna llena, recordaban con añoranza la danza de los caballos de la noche. Recordaban la sensación de estar conectados con lo sagrado, de haber sido parte de algo verdaderamente mágico.
Poco a poco, con el paso de los años, la leyenda de la danza de los caballos se fue perdiendo. Muchos jóvenes del pueblo pensaban que era sólo una historia inventada para asustar a los niños. Pero aún así, cada vez que veían los ojos rojos de un caballo en la oscuridad, se preguntaban si serían lo suficientemente dignos como para ser parte de la danza sagrada.
Años más tarde, el hombre de la barba blanca regresó al pueblo. Pero esta vez, no venía solo. Traía con él una camada de caballos negros con los ojos rojos. Al verlos, los habitantes del pueblo recordaron la danza sagrada y se emocionaron al pensar que tendrían otra oportunidad de ser parte de ella.
Pero el hombre de la barba blanca les explicó que aunque la danza de los caballos de la noche era sagrada, no era algo que se pudiera invocar a voluntad. Sólo aquellos que eran merecedores, que tenían un corazón puro y un espíritu noble, podrían tener la oportunidad de verla.
Desde entonces, el hombre de la barba blanca visitaba el pueblo cada cierto tiempo con sus caballos negros. Aunque la gente sabía que no podían garantizar ser parte de la danza de los caballos, todos estaban emocionados de tener la oportunidad de verla de nuevo.
Y así, la leyenda de la danza de los caballos de la noche continuó en el pueblo durante generaciones. Los habitantes seguían recordando con cariño la noche en que fueron elegidos para ser parte de algo tan especial. Y aunque nunca pudieron saber exactamente qué hacían los caballos en su danza sagrada, siempre supieron que era algo verdaderamente maravilloso.