La Escuela de Dinosaurios. Había una vez una escuela muy peculiar, una Escuela de Dinosaurios. Allí, los jóvenes dinosaurios aprendían y crecían juntos, pero lo más importante, se divertían. Cada día era una aventura, donde aprendían valiosas lecciones y descubrían cosas nuevas sobre ellos mismos y su entorno.
Un día, los estudiantes de la Escuela de Dinosaurios se encontraron con la tarea de crear un proyecto para la feria de ciencias, en la cual cada uno debía identificar una especie de dinosaurio y presentar su dinámica de reproducción; pero había un problema, la mayor parte de sus especies eran machos.
Kipo, el joven triceratops, estaba especialmente preocupado. Él había elegido a los estegosaurios, pero como no habían hembras en su grupo, ¿cómo podía hacer su presentación? Sintiéndose frustrado, Kipo se alejó del resto de sus amigos y decidió hacer su tarea solo.
Pero, mientras caminaba por el bosque, Kipo se encontró con un grupo de plantas extrañas. Cuando tocó una de ellas, inesperadamente se desató una nube de polvo de hadas que lo hizo encojer de repente. Y, cuando abrió sus ojos, Kipo se encontró en un lugar diferente, lleno de criaturas extrañas y bellas.
Ahí, Kipo se encontró con la solución a su problema. Conoció a una amable hada llamada Astra, quien le explicó que en su mundo, los estegosaurios eran todos hembras, y tenía una de ellas en su palacio.
Kipo volvió a la escuela emocionado y ansioso por contarle a sus amigos lo que había descubierto. Al principio, sus compañeros no estaban seguros de qué hacer, pero finalmente aceptaron la sugerencia de Kipo de dividir los temas que no tenían género en su proyecto y compartir las ideas para la presentación en equipo.
Así, los estudiantes armaron un increíble proyecto, donde las hembras eran protagonistas. Incluso, hicieron un modelo en maqueta de cómo se produce la fecundación y gestación del huevo en cada una de ellas. Fue una maravillosa presentación, donde todos pudieron aprender una valiosa lección sobre la importancia de la colaboración y la inclusión.
Después de esa experiencias, los amigos de la Escuela de Dinosaurios empezaron a ver el mundo de manera diferente. A partir de ese momento, aprendieron a buscar soluciones creativas a sus problemas, en lugar de simplemente darse por vencidos o hacer las cosas solos.
Además, se dieron cuenta de que trabajar en equipo les podía llevar a tener mejores resultados: sus presentaciones y proyectos eran mucho mejores y lograban cosas que nunca hubieran conseguido por su cuenta.
Y así, los estudiantes de la Escuela de Dinosaurios siguieron aprendiendo y creciendo juntos, descubriendo que siempre se puede encontrar una respuesta cuando se trabaja en equipo: incluso para cosas tan complicadas como la reproducción de los dinosaurios. Y, por supuesto, se divirtieron muchísimo a lo largo del camino.