La escuela de pulpos. Érase una vez en el océano, una pequeña comunidad de pulpos que vivían juntos felices en un hermoso arrecife. Aunque disfrutaban pasar tiempo juntos, los adultos no estaban seguros de que sus pequeños pulpos estuvieran aprendiendo todo lo que necesitaban para usar de manera correcta la tinta y para salir adelante en la vida. Entonces, decidieron construir una escuela de pulpos para que los pequeños aprendieran nuevas habilidades y conocimientos día tras día.
La escuela de pulpos era una estructura muy interesante, hecha de corales y rocas que formaban el esqueleto de la escuela, en la que había varios niveles. En la entrada del colegio, había un gran letrero que decía «¡Bienvenidos a la Escuela de Pulpos!» Todos los pulpos llegaron emocionados y curiosos para empezar a aprender en el aula.
El primer día de clase, la maestra, una simpática y sabia pulpa llamada Doña Octavia, les enseñó lo que era la tinta y cómo usarla para protegerse en caso de peligro. Los pequeños pulpos estaban muy impresionados y agradecidos por la lección y pasaron la mayor parte del día ensuciando la escuela, jugando y bromeando para apoderarse de la tinta.
Pero Doña Octavia los tranquilizó y les dijo que no había problema, que en la escuela podían ensuciarse lo que quisieran siempre y cuando estuvieran en el lugar correcto, y les enseñó cómo crear dibujos bonitos y formas extravagantes juntos.
A la mañana siguiente, los pulpos aprendieron a tejer, pues Doña Octavia sabía que un buen conocimiento en las técnicas de tejido los ayudaría a construir refugios más duraderos y seguros. Los pequeños estaban fascinados con el aprendizaje, algunos hasta ponían más atención al tejido que al profesor.
Después de la lección de tejido, Doña Octavia les enseñó cómo hacer amigos y ser amigables en el océano. Les contó muchas historias sobre la amistad y el trabajo en equipo, narrando todos los desafíos que habían enfrentado como comunidad para mantenerse seguros de los peligros del océano.
Durante el resto de la semana, la escuela de pulpos se dividió en varios talleres de aprendizaje para los pulpos, desde la historia del océano hasta los deportes subacuáticos. Los pequeños pulpos estaban emocionados por aprender cada vez más y más y reforzaban lazos de amistad y compañerismo.
Una de las clases que más llamó su atención fue la de color y pintura con los colores del arrecife. Doña Octavia les enseñó cómo usar los colores y cómo mezclarlos para crear nuevos tonos. Los pulpos se divirtieron mucho al crear nuevas tonalidades de colores y pintar el coral que crecía alrededor de la escuela de pulpos.
Los pulpos también asistieron a clases de música y aprendieron a tocar instrumentos acuáticos. Descubrieron que la música y el baile subacuático eran una experiencia muy emocionante que los unía más a su comunidad.
Pero una clase que nadie olvidará fue la de cocina. Aquí, Doña Octavia les enseñó a cocinar platillos rápidos y nutritivos que podrían preparar por sí mismos y aprender a alimentarse bien. Los pequeños estaban fascinados por la lección, especialmente cuando produjeron ricos platillos en compañía de sus amigos.
Finalmente, el último día de la escuela de pulpos, los estudiantes tuvieron una ceremonia de graduación. Los orgullosos padres de los pulpos habían hecho banderas y confeti para celebrar el final del curso. Con un gran abrazo, Doña Octavia se despidió de sus pequeños amigos y les deseó un buen futuro, llenos de aprendizajes y aventuras.
Los pulpos demostraron que la educación es crucial para su crecimiento y bienestar. Así, la escuela de pulpos se convirtió en un lugar de aprendizaje y divertimiento donde los diferentes cursos y talleres permitieron a los pulpos ser mejor preparados y entender que juntos siempre se puede construir un mejor futuro. Ahora, los pulpos podrían enfrentar con confianza el mundo del océano y ser parte de la maravillosa comunidad submarina.