La familia de pulpos. Érase una vez una hermosa familia de pulpos, que vivía en las profundidades del mar. Ellos eran conocidos por su gran inteligencia y habilidades en el arte de tejer, y los demás habitantes del mar los admiraban mucho.
La familia de pulpos estaba compuesta por la mamá pulpo, el papá pulpo y tres pequeños pulpos. Ellos eran muy unidos y siempre se ayudaban mutuamente en todo lo que necesitaban.
Un día, mientras la mamá pulpo tejía una nueva casa para su familia, los pequeños pulpos se pusieron a jugar en el jardín de algas. Allí, encontraron un pequeño pez que estaba atrapado en una red abandonada. Los pulpos sabían que debían ayudarlo, así que trabajaron juntos para liberar al pez.
Pero cuando el pez se alejó, uno de los pequeños pulpos se dio cuenta de que había perdido su collar de perlas. Todos lo buscaron, pero no lograron encontrarlo. El pequeño pulpo estaba muy triste porque el collar era un regalo de su abuelita y lo quería mucho.
La familia de pulpos comenzó a buscar en el fondo del mar. Revisaron las conchas, las rocas y los corales, pero el collar seguía sin aparecer. Entonces, el papá pulpo decidió pedir ayuda a sus amigos del mar.
Recorrió todos los rincones del océano buscando un pescado o una langosta que hubiera visto el collar. Finalmente, encontró a una tortuga sabia que lo había visto en el piso del océano, cerca de un gran arrecife.
Todos los pulpos se pusieron en acción. Unos tejieron una canasta para guardar el collar, otros fueron en búsqueda de objetos que podrían ayudarlos a llegar a la zona más profunda del océano, y el pequeño pulpo que había perdido el collar, decidió tejer una red especial para que no volviera a perder el collar.
Así, la familia de pulpos partió en su aventura hacia el arrecife. La travesía fue larga y difícil, con muchas criaturas del mar que los desafiaron en su camino. Pero nada los detuvo y finalmente llegaron al arrecife.
Allí encontraron un calamar amistoso que los guió hasta el collar perdido. Lo recuperaron y lo llevaron de vuelta a su hogar.
El pequeño pulpo estaba tan agradecido por la ayuda de su familia que decidió que el collar no era lo más importante, sino que lo más valioso era el amor y la unión que había entre ellos.
Después de eso, todos celebraron en su jardín de algas, donde bailaron y cantaron muy felices. Y todos los habitantes del mar se unieron a la fiesta en honor a la familia de pulpos, que había demostrado que la unión hace la fuerza y que el amor y la ayuda mutua son los verdaderos tesoros.
Desde ese día, los pulpos tejieron una bandera para su jardín de algas, con los colores de su familia y las palabras «siempre unidos». Y así, siguieron viviendo felices y unidos, en una de las familias más admiradas del océano.