La fiesta en el parque de atracciones de Halloween. Érase una vez en un parque de atracciones muy especial que se preparaba para la gran fiesta de Halloween. Todos los monstruos y criaturas mágicas estaban emocionados y se preparaban para una noche llena de diversión.
Entre los invitados a la fiesta estaba el pequeño Franki, un simpático zombie que había sido invitado por su amigo el vampiro Vlad. Franki estaba emocionado por ir a la fiesta, pero también estaba un poco asustado por el montón de criaturas extrañas que iba a encontrarse allí.
Cuando llegó al parque de atracciones, Franki quedó impresionado por lo hermoso que estaba decorado. Todo estaba lleno de murciélagos, calabazas y esqueletos, lo que le daba un ambiente muy especial.
Cuando sus amigos lo vieron llegar, lo recibieron con abrazos y olvidaron su aspecto un poco extraño al ver la ternura que trasmitía. Todos querían pasar juntos la noche descubriendo todo lo que había en la fiesta.
Lo primero que vieron fue una gran carroza con forma de calabaza. Allí se subieron los seis amigos. Después de un rato de disfrutar de la vista, sintieron que las ruedas comenzaron a moverse y la carroza empezó a andar, como si tuviera vida propia.
Franki se asustó un poco al principio, pero pronto se dio cuenta de que la carroza los llevaba a través de un laberinto mágico lleno de sorpresas y juegos.
Cuando salieron de la carroza, Franki y sus amigos encontraron un juego de disparos en el que tenían que apuntar a pequeñas calabazas mientras se movían por una pared. El pequeño zombie no podía dejar de reír al ver cómo sus amigos disparaban, tratando de ganar la mayor cantidad de puntos.
Más tarde, llegó el momento de subir a una montaña rusa que funcionaba sobre los rieles de un antiguo tren fantasma. La atracción estaba llena de sustos y sorpresas que hacía que todos se divirtieran y gritaran de emoción.
Después de un rato, los amigos decidieron hacer una pausa y comer un plato de deliciosos caramelos y golosinas en forma de huesos y dedos de bruja. Franki se lo pasó en grande.
De repente escucharon un ruido extraño y miraron a su alrededor. A lo lejos, vieron que la rueda de la fortuna estaba girando, pero sin que nadie la manejara.
La curiosidad de los amigos los llevó hasta la atracción, donde vieron a una pequeña hada caída en un mástil, que parecía haber desaparecido bajo la ropa. Los amigos la ayudaron a subir y la llevaron a un lugar seguro.
El hada les contó que se había enredado con las telas que decoraban el mástil, y que había perdido su varita mágica. Franki se ofreció a ayudarla a buscar la varita, y así los amigos se pusieron en marcha en una nueva aventura.
Andando entre las atracciones y los decorados, buscando la varita mágica del hada, escucharon un ruido extraño que venía de una de las carpas que solía acoger el espectáculo del mago del parque.
Se acercaron con cautela, intentando ver al mago haciendo sus trucos pero lo que encontraron fue una escena un poco diferente.
El mago estaba llevando a cabo un ensayo, vestido de una forma muy extraña. Con unos zapatos un poco pequeños, pantalones cortos y abriendo un paraguas de colores mientras decía “abracadabra”. Los amigos no pudieron evitar reírse al verlo.
De repente, el mago se dio la vuelta y los vio. Pareció asustarse un poco al principio, pero luego se relajó y les contó que estaba ensayando para una obra de teatro especial de Halloween.
La obra iba a ser interpretada esa misma noche en el parque de atracciones, y el mago les invitó a verla junto a él.
Los amigos aceptaron encantados, y poco después se encontraron sentados en el público de uno de los mejores espectáculos de Halloween de sus vidas.
El grupo de amigos terminó la noche con sus barrigas llenas, un montón de caramelos, y una nueva amistad con el mago del parque.
Franki estaba muy contento por haber vivido una noche llena de diversión, aventuras y, lo más importante, habiendo hecho nuevos amigos. La fiesta de Halloween del parque de atracciones había resultado ser una experiencia inolvidable que no olvidaría jamás.
